“Tenemos experiencia en “diplomacia blanda” apoyándonos en la sociedad civil”, Eric Hauck (Delegado del Gobierno de Cataluña en el Sureste de Europa)

Entrevistas

Foto: Anto Magzan/ Wikimedia

Nacido en Alemania, periodista por vocación y reportero de guerra por casualidad, ha tenido el privilegio de explicar desde los frentes y las mesas de negociación algunos de los principales conflictos europeos y de Oriente Próximo después de la Guerra Fría: desde la caída del Muro de Berlín hasta la invasión de Irak, pasando por la Revolución Rumana 1989, el conflicto de los Balcanes (1991 – 1999, especialmente el inicio del asedio de Sarajevo) o la primera Guerra del Golfo. Tras un período gestionando proyectos comunicativos para grandes eventos culturales y deportivos e instituciones, actualmente es el delegado del Gobierno de Cataluña para el Sureste de Europa. Aprovechando su visita a Bucarest estos días para la inauguración de una serie de eventos destinados a estrechar lazos culturales y económicos con Rumania hemos charlado con él sobre su labor, la situación de la región y sus recuerdos como periodista en Bucarest.

¿Qué hace la organización que representas y cuál ha sido el motivo de tu visita a Rumanía?

Representamos al Gobierno de Cataluña en el Sureste de Europa. No tenemos estatus diplomático, ni somos embajada, somos oficinas de representación de Cataluña en el exterior a nivel cultural, económico e institucional para buscar alianzas para la sociedad catalana en los países donde estamos ubicados. Actualmente hay 14 delegaciones en funcionamiento, seremos dieciocho hasta finales de año, y cubrimos unos 60 países, gracias a que somos delegaciones hub. En el Sudeste de Europa cubrimos siete países: Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia, Montenegro, Rumania y Bulgaria. Son delegaciones pequeñas con un representante regional y tres técnicos. La sede central está en Zagreb y este mes abriremos una en Eslovenia.

La delegación inició su actividad en Rumanía en 2021 fomentando la cooperación en ámbitos culturales y económicos y estableciendo lazos institucionales. Es el primer viaje a Rumania a nivel institucional y hemos hecho un doble programa en Bucarest y Tulcea.

En Bucarest hemos llevado a cabo dos eventos culturales, el primero un coloquio sobre el libro Antracte, de la autora catalana Fina Birulés, una de las filósofas y feministas contemporáneas más famosas, conocida por su trabajo en el estudio del género y la herencia de Hannah Arendt que contó con la presencia de la profesora Ionela Baluță, experta en estudios de género y traductora del libro Adina Mocanu y fue realizado en cooperación con El Institut Català de Cultura Ramon Llull y colaboración con la Universidad de Bucarest.

El segundo ha sido la inauguración de la exposición Lengua catalana – 10 millones de voces europeas”, realizada en cooperación con la ONG Plataforma Per la Llegua,donde a través de varias infografías en rumano se presentan datos sobre el uso del catalán que cuenta actualmente con más de diez millones de hablantes de cuatro países europeos. La entrada a la exposición es gratuita y estará abierta al público en la entrada de la Facultad de Letras de Bucarest hasta el 30 de junio.

En el caso de Tulcea desde el estallido de la guerra en Ucrania la región se ha convertido en un centro de acogida de refugiados y el objeto de nuestra cooperación es justo eso, ver cómo podemos apoyar en la gestión de la crisis de los refugiados. He visitado el hub humanitario y he visto la increíble labor que están realizando, han logrado repartir 2.5 millones de raciones de comida en dos meses.  Probablemente si aumentan los bombardeos en Odessa se espera una segunda ola de refugiados importante y ahí podríamos prestar nuestra ayuda.

Por mi experiencia en la región puedo decir que de las grandes crisis siempre han surgido grandes oportunidades, ahora por desgracia nos enfrentamos a una nueva crisis europea en Ucrania y podemos hundirnos todos o ayudarnos. Tuve la ocasión de asistir a la caída del muro de Berlín en el 89, justo antes de venir a Bucarest durante la Revolución y el entusiasmo, la alegría, la creatividad, la emoción, que se desató en Europa pensando en que se había acabado el yugo de la Guerra Fría, que éramos todos hermanos y que Europa es una nos lo cargamos en treinta años. El mundo de la caída del muro se acabó el 24 de febrero del 2022 con el inicio de la guerra, el que empieza ahora es totalmente desconocido y tenemos que buscar oportunidades para todos.

En el caso de Rumanía, la crisis de Ucrania ha vuelto a ponerla en el centro de atención después de treinta años y convertirla en un aliado estratégico importante en la región y si saben aprovechar esa oportunidad seguro que avanzará en diez años lo que no ha avanzado hasta ahora. Veremos que sucede porque una guerra es imprevisible y esta es una guerra global si consideramos que hay ya 35 países del mundo que van a pasar hambre o penuria energética como consecuencia de la guerra. Guerra física a nivel europeo no lo sé, esperemos que no, pero a apenas unos kilómetros de donde estamos tenemos varios frentes abiertos ya sea en el sur de Bosnia, al este en Moldavia, estamos en medio de mucha incertidumbre y tenemos una oportunidad para participar modestamente en evitar que la crisis vaya a más. 

Como Delegación somos insignificantes, pero tenemos experiencia en ¨diplomacia blanda¨ apoyándonos en la sociedad civil. La sociedad civil catalana cuenta con un tejido asociativo dinámico y cuando hay situaciones de crisis se vuelcan. Entonces tenemos a nosotros como antenas en el terreno facilita su labor en esta zona. Además, tenemos la suerte de poder movernos más rápido porque no necesitamos acuerdos multilaterales, somos parte de España, que es un país europeo y apoyamos los valores europeos, pero no tenemos la presión de los equilibrios entre países de la UE, lo que permite que la ayuda se pueda desplegar más rápido. España tiene una política exterior que respetamos y dentro de nuestras competencias hacemos las acciones que consideramos necesarias.

Con Tulcea a corto plazo haremos asistencia en labores humanitarias y posteriormente nos gustaría llevar a cabo actividades comerciales y culturales. Por ejemplo, en materia de agricultura, vinicultura, turismo y medio ambiente. Hemos pensando en intercambios comerciales, empezando por el turismo sostenible, economía verde, temas vinculados con la producción del vino y sobre todo buscar puntos de conexión medioambientales ofrecerles a turistas paquetes ecológicos para que puedan visitar también otras zonas. Turismo y gestión medioambiental son las aéreas prioritarias que hemos identificado a medio plazo y después veremos que otras oportunidades surgen.

¿Por qué interesa al Gobierno de Cataluña el Sudeste de Europa?

El abrir una oficina en el Sudeste de Europa fue una apuesta personal del primer consejero exterior que hubo que había trabajado en la oficina de la Unesco en Sarajevo tras los acuerdos de Dayton y tenía un vínculo emocional y personal con la ciudad. Es una de las ciudades de Europa con las que más se ha relacionado Cataluña en los últimos treinta años y por eso era lógico que tuviera un peso especial. Finalmente, la oficina está en Zagreb por logística, siendo un país miembro de la UE era más sencillo desplegarnos rápidamente a nivel administrativo en Croacia. El eje Liubliana, Zagreb, Sarajevo estaba muy claro y hemos ampliando a Bucarest gracias sobre todo a los lectorados de catalán que son un pilar fundamental para empezar a tejer relaciones culturales e institucionales.

En Belgrado por ejemplo hemos hecho una muestra de cine catalán, aquí la exposición que acabamos de inaugurar, en breve haremos algo en Montenegro. En Bulgaria hemos tenido algunas reuniones y están más interesados en intercambios empresariales, con la pandemia se ha retrasado el encuentro, pero bueno, ahora mismo lo importante es ir visitando cada país y ver las posibilidades de cooperación. 

¿Qué recuerdos te trae tu regreso a Bucarest, cómo viviste la Revolución y cómo ves el país ahora?

Bucarest fue mi bautismo de fuego, siempre había tenido claro desde adolescente que quería ser periodista y escribir en un periódico. A los 19 empecé a trabajar sustituyendo a un becario en el periódico Avui en la sección de internacional. El periódico nunca había tenido enviados especiales y menos en zonas de conflicto en el 89 se produjeron la invasión de Panamá y la Revolución rumana casi a la vez y decidieron que siendo un periódico europeo habría que ir a Rumanía y pidieron voluntarios. 

Yo no tenía predilección ni por la política internacional ni por los conflictos, pero hablaba alemán, francés e inglés pensaron que podría leer la prensa internacional además tenía carnet de conducir y el otro voluntario que quiso ir no tenía. Como ya no se podía viajar ni en avión ni en tren viajé en coche hasta Rumanía. Me dijeron búscate la vida, si llegas a Bucarest manda crónicas y si no regresas. Logré llegar, justo el día de Navidad del 89, me apadrino Arturo Pérez Reverte, me adoptaron como la mascota porque me vieron sin experiencia y aprendí de los grandes, tuve la suerte de volver con vida, que parece fácil decirlo, pero aquí aprendí que si oyes el silbido de las balas es que te pasan cerca de la cabeza y eso no lo aprendes en la facultad. Estuve apenas 10 días en Rumania.

Mi llegada fue lo que más recuerdo volé hasta Hungría, allí alquilé un coche, que funcionaba fatal y casi me la pego en varias ocasiones, estaba todo nevado y al llegar a la frontera no sabía cómo entrar. En ese momento justo paró un tren y me quedaban 600 km hasta Bucarest así que me monté en el tren a ver qué pasaba. Estuvimos toda la noche parando estación tras estación, miraba por la ventana y si veía al chaval con el brazalete y la bandera agujerada sabía que el Frente de Salvación Nacional controlaba la estación y podías avanzar.

Llegué a Bucarest, a Gara de Nord, fue bajarme del tren y entrar directamente en un escenario de guerra de película. No sabía a donde venía y el shock de ver tanques por la calle disparando, soldados mezclados entre la gente, era un caos. Ahora estamos acostumbrados a verlo porque desde los 90 se nos retransmiten en directo, pero para los periodistas de mi generación fue un shock muy bestia.

Ahora aquí estoy 33 años después recuperando algunos escenarios que han cambiado, es como si el decorado estuviese ahí todavía, pero todo lo que pasa a su alrededor es diferente. Se ha pasado de la dictadura comunista más rancia y dura, junto a la de Albania, al capitalismo más brutal. Tiene su encanto si lo sabes manejar y necesito mucho más tiempo para volver y digerir todo esto, pero ha sido todo muy emocionante la verdad.

Rumania me abrió las puertas a otros frentes en la zona después de cubrir la Revolución me enviaron a otros conflictos, la Guerra del Golfo, el frente de Vukovar, de Duvrobnik, Zadar, viví el asedio de Sarajevo,, donde me enfrente a la muerte de mi compañero Jordi Pujol que murió en una explosión, tras esto aparqué el tema de la cobertura de conflictos. El periódico no quiso enviar más reporteros después de este incidente. Desde entonces me dediqué a explicar los próximos frentes de guerra lo cual me vino genial para el trabajo que hago ahora. Hacía más investigación, intentaba conocer todos los ángulos y apostar por la intuición. Es un periodismo muy interesante, menos conocido que el decir estamos debajo de las bombas, pero una vez has hecho una trinchera casi todas son iguales.

Siempre me han interesado las historias de las personas que sufrían las consecuencias del conflicto y lo que nos daba adrenalina y fuerza para seguir, tanto aquí en Bucarest como en los otros lugares a los que fui, era que la gente nos dijera “sois nuestra voz, podemos gritar al mundo gracias a vosotros”. Eso ha cambiado. Hoy en día por ejemplo desde Ucrania cualquier persona con un teléfono, tienen la suerte de que aún les funcionen, pueden dar un testimonio en vivo que puedes contrastar, no tenemos que filtrar nada y tiene más fuerza que cualquiera de las crónicas que podamos enviar.

El rol del periodista ha cambiado somos mediadores, debemos entender toda esa información y explicar a la gente que deben hacer ante según que informaciones que desestabilizan. Ayudarles a pensar porque lo que quieren los manipuladores es que no pensemos. Tenemos que ayudar a pensar y enseñar cómo procesar la información.

Todo lo que he aprendido como periodista puedo extrapolarlo a otros ámbitos y esto me ayuda muchísimo en lo que hago donde puedo usar mis conocimientos e intuición para acciones cada vez más preventivas y cooperadoras.

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