Carmen de Dalmases :” Rumania me ha ofrecido un abanico de sueños”

Entrevistas

Foto: A.M.Tamas

Responde a las preguntas con palabras susurradas mientras su mirada asiente secundando las respuestas salpicadas de silencios emotivos. La timidez de sus palabras contrasta con su marcada personalidad. Tras una aparente calma bulle un carácter fuerte y aguerrido que no puede evitar derretirse cuando ve un animal. Suele llevar con ella comida con la que alimenta a los perros y gatos del barrio mientras sonriendo les cubre de piropos y acaricia cariñosamente.

Cuenta emocionada, con los ojos abiertos como platos, que de camino a nuestro encuentro se ha parado a jugar con una perra y su cachorro con los que se ha cruzado y recuerda como los aullidos de los perros le dieron la bienvenida a Rumania en su primer viaje en el 2001. Su sensibilidad transciende hasta tal punto que es casi respirable.

Carmen rezuma humanidad. Esa misma humanidad la llevó a dejar su trabajo en el sector financiero, después de casi veinte años trabajando con cifras, para experimentar otras cosas, embarcarse en nuevos proyectos, en la búsqueda de su felicidad y de su libertad personal. Así llego hace año y medio a Rumania donde actualmente disfruta del país que le permite ser y hacer lo que quiere.

La primera vez que llegué pensé que me iban a raptar. Venía con mucho miedo quizá por la fama o la imagen que se tiene en España sobre el país. Pese a que tenía contactos aquí no sabía muy bien donde iba a parar y estaba en contacto permanentemente con mi familia incluso nada más bajar del avión. Durante mi primera noche aquí pasé miedo porque realmente no sabía con que tipo de gente había contactado o si era una mafia hasta que poco a poco los fui conociendo y cogiendo confianza.

 Lo que más me llamó la atención fueron los contrastes. Estaba en una cafetería de Dorobanţi a la que me llevaron y vi muchos coches de lujo aparcados que no había visto ni en Barcelona. Justo al lado, en las terrazas, había muchos niños pidiendo y la gente les tiraba los restos de la comida, eso me impresionó mucho. Este fue uno de los primeros choques, otro que recuerdo fue el de la gente pidiendo por la calle ancianos, niños, mendigos, gente a la que le faltaba un brazo o una pierna. Recuerdo un señor al que se le paró un coche, un R12, un Dacia y el hombre bajó con la pierna escayolada en medio de la noche con esas luces amarillas de Bucarest en semipenumbra a empujar el coche.

 Mis primeros viajes fueron solamente a Bucarest y más adelante fui hacía el norte del país. Así pude observar algunas diferencias. Por ejemplo la gente de la capital es un poco por así decirlo, más bestia como en todas las capitales. Pitan continuamente en el semáforo mientras que en otras ciudades la gente es mucho más tranquila, el tiempo pasa más despacio, te invitan a su casa… es otra forma de hacer y de vivir. Lo poco que vi de la Rumania rural me pareció como la España hace 40 años y me gustó lo que vi,  familias unidas que viven todos juntos en la misma casa, incluso a veces con los nietos, que si tienen algo de comer te invitan a su casa y comparten lo que tienen sea lo que sea. Es algo que me gustó mucho, esa hospitalidad de la gente.”

Esta recién estrenada empresaria barcelonesa tuvo claro desde bien joven que un día viviría en el extranjero aunque no sabía muy bien donde. Llegó un momento en su vida en la que se encontró en una situación límite tanto en lo profesional como en lo personal y decidió que tenía que cambiar su vida y establecerse definitivamente en Rumania.

Tenía dos opciones o seguir donde estaba y quedarme en un despacho obedeciendo unas órdenes que no me gustaban nada o cortar de raíz y empezar una nueva vida desde cero, sin nada y con lo puesto. Me costó mucho tomar esta decisión, más de un año, pero me di cuenta de que era el momento de hacerlo porque muchos días cuando me iba a trabajar a las siete de la mañana cogía el coche e iba llorando al trabajo y no podía seguir así. Y pensé en Rumania porque de entre todos los países a los que he viajado es en el que más a gusto me he sentido, donde la gente me ha acogido mejor y en el que desde la primera vez que pisé me sentí como en mi casa.

 Lo que me hace sentirme a gusto aquí es sobre todo la gente y también el ambiente. Bucarest tiene algo que encanta ya sea el pasearte por sus calles, por los parques, hablar con la gente… por cada sitio por el que paso hay algo que observar. La primera vez que pisé Bucarest sentí que ya lo conocía y cuando me paseo por Bucarest a veces me doy cuenta que lo conozco más que uno que sea de aquí. También me atrajo mucho la historia reciente del país”.

Tras casi año y medio considera que lo que más le ha ayudado a integrarse ha sido la gente, el conocer gente diversa que ha llegado a través de la academia de idiomas que ha montado lo cual le ha ido abriendo puertas. Su principal obstáculo a la hora de integrarse ha sido el idioma.

Quiero hablar con todo el mundo y no puedo expresarme como lo haría en español. Y hay tantas cosas que me gustaría expresar. Entiendo perfectamente las conversaciones pero tan solo puedo articular palabras o frases, pero no puedo expresarme como en mi idioma y esto es algo que me come, y es un obstáculo muy fuerte pero estoy en ello y en breve espero que no sea más un obstáculo”.

Carmen cree que Rumania le ha traído muchas ventajas tanto profesionales como personales.

A nivel profesional es uno de los países de la UE con mucho potencial y nichos de mercado todavía por explotar lo que anima a la gente a venir. A nivel personal también existen ventajas notables. En Rumania me siento más libre que en España, libre por ejemplo a la hora de circular con el coche o fumar en los bares. En España hay una serie de leyes que aquí no existen y por eso me siento libre de hacer lo que quiero y habiendo dejado atrás esa atadura tan grande que tenía con mi anterior trabajo aquí simplemente soy yo y hago lo que yo quiero y eso es lo que como individuo me ofrece Rumania.

 Aquí lo que más me gusta es la gente, la cantidad de oportunidades que te ofrece la ciudad en sí además tienes la posibilidad de aportar tu granito de arena y ayudar a mucha gente. Lo que menos me gusta es la situación de los niños abandonados que están en los orfanatos y la de los animales abandonados. No me gusta ver a los animales en la calle, no lo puedo soportar, es algo que algún día me gustaría cambiar o contribuir a cambiar ”.

Para Carmen Rumania comparada con España es potencial,  es un sitio donde si tienes un sueño por cumplir lo puedes realizar. Rumania le ha ofrecido un abanico de sueños de los cuales uno ya está realizando y otros muchos quedan aún por realizar. Aquí ha encontrado una puerta abierta que, como ella misma afirma, allí no tuvo o no supo ver.

 

 

 

4 thoughts on “Carmen de Dalmases :” Rumania me ha ofrecido un abanico de sueños”

  1. Me gusta la gente que persigue sus sueños y los desarrolla en la medida que puede.
    Felicidades Carmen , espero que se cumplan los tuyos.

  2. Me gusta la mirada de Carmen y su amor por los animales. Su temor inicial cuando llega a Rumanía puedo enterderlo perfectamente: el miedo a lo diferente y desconocido. Afortunadamente con el tiempo hacemos nuestro y cercano aquello que nos inquieta y a partir de ese momento, surge una visión tranquila y normal del país o la ciudad.

  3. Carmen es una luchadora innata cuya humanidad ni a las piedras deja indiferente. Nunca hace alarde ni de sus conocimientos, ni de sus orígenes nobles, ni de sus obras de caridad. La frase que la define es: Obras son amores no buenas razones.
    Os dejo un ejemplo: El invierno pasado delante de su casa, aquí en Bucarest, había un mendigo que dormía en un coche abandonado, Carmen bajaba cada mañana y cada noche y le llevaba comida caliente hasta que el hombre pudo encontrar un sitio digno en donde vivir.
    Carmen no juzga a la gente según la cuenta bancaria de uno, ni los doctorados de algunos, ni los másteres de otros, ni según el color de la piel, ni el origen. Carmen, “rezuma humanidad” como bien dice Talía. Es un ejemplo para nosotros , tan elitistas y exclusivistas. ¡Ojalá que aprendamos algún día la lección que nos da Carmen!

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