Enseñando portugués, catalán y español en Rumania

Entrevistas

Los rumanos en su gran mayoría hablan más de un idioma. Existe una pasión por aprender otras lenguas lo cual ayuda a que muchos extranjeros se integren fácilmente en el país. Charlamos con tres profesores universitarios de las cátedras de portugués, español y catalán para que nos cuenten sus experiencias personales y docentes, así como su visión sobre Rumanía

S-Me llamo Sónia Dias Mendes, tengo 41 años y soy de Porto, Portugal. Mi sueño desde niña era ser profesora de idiomas así que cuando empecé la facultad a los 18 años no tuve dudas con respecto a lo que estudiar. Tengo una licenciatura en enseñanza de inglés y alemán, dos posgrados en enseñanza de portugués lengua extranjera y un doctorado en didáctica de portugués lengua extranjera, formación docente en eLearning.

Antes de venir a Rumanía, estuve 5 años en Portugal haciendo mi Doctorado y desarrollando proyectos de certificación en eLearning en portugués lengua extranjera para el Instituto Camões – Instituto da Cooperação e da Língua, I.P. y antes de eso estuve 6 años en Buenos Aires, Argentina, como lectora en estudios portugueses, trabajando también para el Camões.

En Rumanía, dirijo el Instituto Camões Bucarest y soy lectora en estudios portugueses, enviada por el Instituto Camões en Lisboa, en la Facultad de Lenguas y Literaturas Extranjeras da la Universidad de Bucarest. Además de enseñar, mi función, trabajando para el Instituto Camões, es también organizar actividades académicas y culturales en Rumanía.

C-Soy Carolina Hernando Carrera, tengo 32 años y vengo de Burgos, España. Empecé a dar clases de español allá por el año 2011, cuando recién licenciada me mudé a Bangalore, una gran ciudad del sur de la India, donde trabajé para una academia dedicada a la enseñanza del español. Llegué allí con una ayuda del Gobierno español dirigida a estudiantes universitarios recién licenciados o a punto de hacerlo, una especie de beca para ayudar a estos estudiantes a empezar a tener experiencia laboral. Al final, tras algunas idas y venidas y cambios de trabajo acabé quedándome en India cuatro años, todos ellos dedicándome a la enseñanza, ya fuera en universidades, academias o escuelas de enseñanza obligatoria. Después de estar esos años en India, conseguí un lectorado AECID para dar clases en Hanói, Vietnam, donde estuve tres años en la Universidad. Justo después de terminar mi experiencia en Vietnam, conseguí el lectorado de la Universidad de Bucarest, donde trabajo ahora y donde ya llevo dos años, empezando ahora mi tercer curso escolar.

V-Soy Víctor Peña Irles, valenciano, de Elche, tengo veintinueve años, y actualmente trabajo como lector de catalán en la Facultad de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad de Bucarest. Aunque me dedico a la enseñanza profesionalmente, hasta ahora he desarrollado mi actividad profesional en el sector de la traducción, tanto como autónomo como en el ámbito empresarial por cuenta ajena. En este sentido, ahora también colaboro en la sección en español Radio Rumanía Internacional mediante la traducción de contenidos.

¿Cuándo llegaste y qué te trajo a Rumania?

S-Llegué en septiembre de 2017. Vine por trabajo, enviada por el Instituto Camões en Lisboa para dirigirlo y desempeñarme como lectora en estudios portugueses en la Facultad de Lenguas y Literaturas Extranjeras da la Universidad de Bucarest y promover la lengua y la cultura portuguesas en el país.

C-Llegué un 25 de septiembre del año 2019, si no me falla la memoria. Vine para dar clases en la Universidad de Bucarest, gracias al lectorado AECID que, como decía antes, tuve la suerte de conseguir.

V-Llegué a Bucarest en septiembre de 2019, coincidiendo con el inicio de esta nueva etapa laboral en la Universidad de Bucarest. Sin embargo, esta no era la primera vez que venía al país. Mi relación con Rumanía empezó en 2010, cuando vine a la capital a visitar a un familiar y aproveché la ocasión para conocer algo de Transilvania. Ahora bien, el primer contacto más directo con el país lo mantuve en 2012-2013, año en que me mudé a Cluj-Napoca con una beca Erasmus y pude aprender rumano. A partir de entonces volví varias veces a visitar el país y a amigos, hasta que me mudé a la capital en septiembre de 2019.

¿Cuáles fueron tus primeras impresiones sobre el país?

S-Antes de venir, no miré fotos ni leí información sobre el país porque me gusta descubrir y sentir los lugares sin influencias externas. Sabía de su pasado comunista, pero no mucho más que eso. Así que cuando llegué me sorprendieron el desarrollo, por lo menos en Bucarest, y la cantidad de parques y espacios verdes. Pero Bucarest, como ciudad, de entrada, no me encantó – en mi opinión, es una ciudad que hay que descubrir caminando y de la mezcla de estilos arquitectónicos, rincones y lugares auténticos nace el encanto.

C-Cuando aterricé en Bucarest, un día laborable por la tarde, más o menos a las 4, vinieron a recogerme en coche y recuerdo pensar que el trayecto desde el aeropuerto hasta la que se convertiría en mi casa, en Tineretului, fue eterno. Me impresionó la cantidad de coches que había, formando colas interminables en un tráfico agotador y me veía a mí misma en ese coche, odiando prematuramente el tráfico de Bucarest. Luego ya pude descubrir que mis primeras impresiones no estaban equivocadas, puesto que este es uno de los mayores problemas de la ciudad. Respecto a lo demás, realmente no despertó ninguna sorpresa en mí, después de venir de Asia, Bucarest me resultaba lo más parecido a casa —España— que veía desde hacía mucho tiempo: el mismo ritmo de vida, la misma moda, la misma cultura de vida en la calle que hay en España, casi los mismos productos en el supermercado… Recuerdo, de hecho, también pensar que la ciudad estaba bastante limpia, aunque todos los españoles con los que hablaba se horrorizaban un poco de este aspecto de la ciudad, supongo que lo que había visto en otras partes del mundo me hacía ver la urbe con otra perspectiva.

V-Mis primeras impresiones sobre el país fueron muy positivas: se trata de un país más bien desconocido en el mundo hispano —más aún en 2010 y 2012—, por lo que quedé muy sorprendido, sobre todo debido a la vida y el dinamismo de Bucarest, la hospitalidad de los rumanos, los parques y la vegetación del país, la gastronomía rumana y la belleza de los Cárpatos y Transilvania. Es un país que vale la pena visitar.

¿Te ha costado adaptarte?

S-No me costó nada adaptarme. Las personas siempre fueron muy amables cuando necesitaba de ayuda. En efecto, los rumanos me recuerdan mucho a los portugueses: sonrisa en la cara y disponibles para ayudar, aunque no hablen el idioma del visitante extranjero/turista o hasta inglés. Naturalmente, luego las amistades que hacés a lo largo del tiempo son muy importantes para que te sientas bien en el país, pero nunca tuve cualquier problema de adaptación.

C-Lo cierto es que no tuve mayores problemas a la hora de adaptarme a la vida en Rumanía. Como decía antes, estar aquí suponía para mí estar en un ambiente que era, más o menos, conocido. En Rumanía podía pasar desapercibida, algo que desde luego no ocurría en India o en Vietnam. Por supuesto que la barrera del idioma estaba ahí, pero la verdad es que podía manejarme con el inglés sin mayores problemas; me parece que, en general, la gente tiene buen nivel en esta lengua, al menos en la capital. Por otra parte, tuve bastante suerte y pude conocer muy al principio de mi aventura a personas que hoy se han convertido en mis amigos, rumanos y españoles que me ayudaban con las pequeñas transacciones que requerían algo más que un inglés medio hablado y algunos gestos para entenderse. Supongo que ellos son quienes han hecho que hoy Rumanía, después de dos años, sea un poquito más mi hogar.

V- No me costó demasiado adaptarme a Bucarest, puesto que ya conocía la ciudad, el idioma y el país. Sin embargo, hubo ciertos aspectos que me resultaron más difíciles, como el tráfico tan abundante de la ciudad —y su mala gestión—, que llega a ser desesperante. Asimismo, basándome en mis experiencias personales, me sigue chocando lo difícil que resulta interactuar con alguna gente, más fría o arisca cuando no te conocen, por la calle, en comercios, servicios públicos, etc. En este aspecto, en Transilvania he tenido, en general, una experiencia más positiva en cuanto a las interacciones personales. Hay ocasiones en que es complicado entender por qué alguien te habla mal y lidiar con ello. Aun así, el hecho de tener un buen grupo de amigos, parques inmensos donde desconectar y una oferta de ocio, bares y restaurantes muy amplia hacen que la vida en Bucarest sea muy agradable

¿Qué es lo qué más y lo qué menos te gusta del país?

S-Me encantan los rincones – terrazas, bares, restaurantes – auténticos y escondidos de Bucarest, la primavera en Bucarest, ciudades como Timişoara, Brasov y Sibiu y la intensa actividad cultural en la capital. No me gusta el tráfico de Bucarest – pero lo evito, tomándome el subte siempre y cuando sea posible.

C- Rumanía, como cualquier lugar del mundo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Si empezamos con lo malo, repito lo que decía en una de las preguntas anteriores: el tráfico es caótico. Cierto es que tampoco me afecta directamente, ya que de momento no conduzco mucho por aquí. Otra cosa que podríamos meter en el “cajón de lo malo” es la burocracia, todo lo que tenga que ver con la administración, es lenta, desorganizada y bastante anticuada. Me refiero al papeleo, que todavía se hace de manera tradicional, en papel, lo que hace que cualquier transacción se convierta en algo pesado y tedioso. Hay que armarse de paciencia y, en muchas ocasiones, resignarse a volver a la ventanilla para entregar algún papel que te falta y que podían haberte pedido directamente la primera vez que ibas, tres citas atrás. La Universidad se rige también por este ir y venir de papeles, cuando todo podría ser más fácil si se digitalizaran los archivos y se creara algunas plataformas online. Pero pasemos a las cosas buenas que tiene Rumanía, que son muchas.

En primer lugar, la gente, en general es amable y acogedora, intentan ayudarte si te ven metido en un aprieto. También está, por supuesto, la comida, que, con sus más y su menos, suele ser bastante sabrosa. Algo que mencionaba antes que también me parece un punto positivo es esa “cultura de calle”: la gente disfruta estando fuera, paseando, sentándose en el parque o tomando algo en una terraza, algo que puede hacerse en cualquier momento del año, ya que las terrazas proliferan casi en cualquier lugar aquí. En general hay, claro, más cosas buenas que malas para mí, parece evidente, sino no hubiera podido quedarme tanto tiempo aquí.  

V-Sin duda, como aspectos positivos me quedo con la riqueza lingüística y cultural del país, la diversidad arquitectónica, la naturaleza y los paisajes, la facilidad que ofrece el país para viajar y lo accesible que es la cultura: resulta muy asequible asistir a espectáculos, exposiciones o museos, así como comprar libros. En cuanto a lo que menos me gusta, aparte de lo comentado anteriormente, destacaría el alto grado de burocratización del país, el poco interés que muestran las autoridades por el patrimonio artístico e histórico, la influencia considerable que tienen la religión y la Iglesia en la política y el día a día, en general, y el conservadurismo de ciertos sectores de la sociedad, que dificulta el progreso en aspectos relacionados con las desigualdades sociales, la educación sexual, la salud pública, la multiculturalidad, el feminismo o los derechos LGTBIQ+. Por otro lado, considero que el escaso interés de gran parte de la población por vacunarse es muy perjudicial para el conjunto de la sociedad.

¿Qué cambios te gustaría ver?

S- Creo que es un país con bastantes recursos y me gustaría ver a la gente viviendo con más calidad de vida, los edificios históricos mejor cuidados y protegidos y, en esta fase de pandemia, ver al país evolucionando en la tasa de vacunación para que podamos, más rápidamente, volver a una vida normal.

C– Bueno, en general me gustaría que el país se digitalizara más, haría que las cosas fuesen más fáciles y rápidas. Sin embargo, supongo que esto es solo cuestión de tiempo. Otra cosa que sí me gustaría que cambiara y que no mencionaba en la pregunta anterior con ánimo de no generalizar, es algo que veo en las generaciones jóvenes que pasan por mis clases, que, aunque no me atrevo a decir que sea algo común a todos jóvenes rumanos, sí es algo que me ha llamado la atención y es la poca conciencia ecológica que manifiestan. Entiendo que el país todavía no ha desarrollado infraestructuras suficientes para que el reciclaje se convierta en un hábito cotidiano, pero también creo que hay muchas otras cosas que podrían hacerse para ayudar al medioambiente. Y es la indiferencia hacia el impacto que sus acciones puedan tener sobre el medioambiente lo que me molesta, aunque, por supuesto, no quiero generalizar. Me gustaría ver un cambio de pensamiento en este aspecto, aunque solo sea en el pequeño porcentaje de personas en Rumanía que a día de hoy permanecen impasibles ante la amenaza del cambio climático.

V-Me gustaría, sobre todo, que se dieran los cambios necesarios para poner fin a las desigualdades que acabo de mencionar. También considero urgente atajar los problemas de tráfico, de modo que no se priorice el uso del vehículo privado como ocurre hasta ahora, se fomente el transporte público y se reduzcan los atascos. Creo que, de este modo, Bucarest y las zonas urbanas de Rumanía, en general, serían lugares más amables para vivir, lo que tendría un efecto positivo en la actitud de la gente y, por supuesto, en la calidad del aire y la salud pública.

¿Cómo empezaste en esto de la enseñanza?

S-La enseñanza es mi pasión y mi vocación. Mi sueño desde niña era ser profesora de idiomas así que cuando empecé la facultad a los 18 años no tenía dudas respecto a lo que estudiar académicamente: tengo una licenciatura en enseñanza de inglés y alemán, dos posgrados en enseñanza de portugués lengua extranjera y un doctorado en didáctica de portugués lengua extranjera, formación docente e eLearning. La enseñanza es mi vida desde que tenía 24 años.

C- Como decía antes, empecé en el año 2011, cuando conseguí una ayuda para trabajar unos meses en una academia de español en Bangalore, India. Me gustó la ciudad, decidí quedarme y el resto ya es historia. La enseñanza siempre entraba dentro de mis planes, aunque yo inicialmente me formé para ser profesora de latín. El azar quiso que esos planes cambiaran un poco y acabé dedicándome a la enseñanza del español para extranjeros, lo que llevo haciendo ya desde hace diez años.

V-Pese a contar con experiencia anterior, esporádica, como profesor particular de idiomas o música, mi primera experiencia formal en el mundo de la enseñanza la he empezado en la Universidad de Bucarest, como lector de catalán

¿Cuándo se creó tu cátedra en Rumania?

S– En 1974 se creó y en este año lectivo 2021/2022 hay unos 249 alumnos (Licenciatura: 190 alumnos; Master en Traducción e Interpretación: 8 alumnos; Portugués como lengua opcional: 51 alumnos)

C– En 1927 empezaron los primeros cursos dedicados a la literatura, cultura y lengua españolas en la Universidad de Bucarest. Más tarde, en 1931 se creó el primer lectorado especial de español. En 1948 desaparece el currículum de filología española de la universidad durante casi 10 años, debido a una reforma política, aunque se renueva en 1957. Desde entonces, los estudios hispánicos en la universidad no han dejado de crecer y de atraer cada vez más a más estudiosos e interesados en el tema

V-Aunque la presencia de los estudios de catalán fue intermitente en la Universidad de Bucarest antes de la Revolución, hasta el curso 1992-1993 no se formalizó la presencia del catalán en la institución, gracias a la creación del Lectorado de catalán por parte de la Generalitat de Catalunya, a petición de la propia universidad. Actualmente, el catalán se ofrece como lengua B en los estudios de Lengua y Literatura Extranjera —por lo que la Universidad de Bucarest dispone un programa completo de Filología Catalana, con materias de lingüística, literatura y cultura catalanas—, y como tercera lengua en el grado de Traducción e Interpretación, con clases en primer y segundo cursos. En total, cerca de treinta alumnos cursan actualmente el grado de Lengua y Literatura Catalana B y más de cincuenta han elegido el catalán como tercera lengua en la carrera de Traducción e Interpretación.

¿Con qué bagaje cultural sobre el español, el catalán y el portugués os llegan los alumnos?

S-En general, símbolos culturales objetivos y subjetivos como: fado, Amália Rodrigues, pastéis de nata, guitarra portuguesa, Vinho do Porto, saudade, mar, playa, diáspora, sonrisas, José Saramago.

C- Hace unos años, las telenovelas se convirtieron en una sensación para los televidentes rumanos. Telenovelas mexicanas, venezolanas o colombianas, es raro que algún rumano mayor de 18 o 20 años no haya visto en su vida al menos un capítulo de alguna de estas. Así, casi todo el mundo conoce alguna palabra en español y, como mínimo, chapurrea alguna frase en este idioma, normalmente del tipo “estoy embarazada de tu hijo” o algún otro chiché telenovelesco. Muchos estudiantes vienen sabiendo ya algo de español gracias a estas telenovelas y he llegado incluso a tener alumnos que tienen un nivel de lengua extraordinario, adquirido únicamente tras ver estas series en sus casas. Aparte de esto, muchos tienen familiares viviendo en España y muchos ya han estado alguna vez, ya sea viviendo o de visita. Algunos vienen, también, de algún colegio donde se imparte el español, por lo que tienen ya conocimientos previos del idioma y de la cultura. Los que no han estado o no tienen familia o, extrañamente, nunca han visto una telenovela, conocen a algún artista que les ha despertado la pasión por el español. Casi todos los estudiantes que estudian español tienen, por consiguiente, algún lazo que les une a España, ya sea cultural o familiar.

V-A diferencia de lo que suele ocurrir con el español y el portugués, los conocimientos sobre una lengua minorizada como el catalán son más bien escasos. Muchos de los estudiantes saben qué es el catalán y dónde se habla, pero no cuentan con conocimientos concretos sobre la cultura de los territorios de habla catalana.

¿Qué les motiva a aprender este idioma?

S-La sonoridad de la lengua y/o la pasión por la cultura portuguesa y/o por Portugal.

C-El español es una lengua que les parece fácil de aprender, objetivamente hablando, es una lengua emparentada con el rumano, lo que les anima bastante y creen que podrán aprenderla con rapidez. En general es así, aunque siempre hay gente que tiene más problemas que otros. Muchos otros dicen que la musicalidad del español es lo que les atrae, mientras que otros lo estudian para conseguir más salidas laborales. Algunos sueñan con mudarse a España y para ello deben antes aprender el idioma.

V- Aunque para algunos el catalán no es la primera opción al matricularse en la universidad, muchos se apuntan a catalán para aprovechar la oportunidad que ofrece la Facultad de Lengua y Literaturas extranjeras de estudiar una lengua neolatina como el catalán, no tan conocida y no tan accesible como el castellano o el portugués. Así, muchos se decantan por el catalán argumentando que estudiar castellano o portugués en otros contextos es mucho más fácil. A otros estudiantes les interesa la posición que ocupa el catalán en el conjunto románico o han vivido en territorios donde se habla catalán y quieren especializarse.

¿Qué es lo más difícil a la hora de enseñar la cultura y el idioma?

C-En realidad, no creo que haya nada específicamente difícil de enseñar en cuanto a la cultura se refiere. De hecho, para mí, la cultura es la parte más interesante en el proceso de enseñanza-aprendizaje de cualquier idioma y es probablemente lo que más disfruto de enseñar a mis estudiantes. Me parece muy interesante compartir las cosmovisiones que adquirimos en nuestra sociedad y compararlas con personas de sociedades diferentes para obtener puntos de vista diferentes y abrir un poco nuestra mente. Si hablamos sobre el idioma en sí las cosas son un poco diferentes, pues una lengua como sistema es más rígido y la gramática dispone de unas reglas que hay que seguir. Precisamente esas reglas gramaticales son las que suelen dar problemas, ya que algunas pueden parecer incluso arbitrarias y para un hablante no nativo son difíciles de asimilar. En el caso de los rumanos, creo que tienen problemas con el uso de las preposiciones, la diferencia entre ser y estar o la mecánica del modo subjuntivo. Cierto es que estos son puntos que suelen suponer problemas para la mayoría de estudiantes de español, por lo que los rumanos no son una excepción

V-Creo que uno de los retos principales es adaptar los contenidos básicos de los estudios de filología (literatura, fonología y fonética, morfología, sintaxis, etc.) a estudiantes que acaban de empezar a descubrir la lengua y la cultura. Por otro lado, suele ser complicado motivar a los alumnos por la naturaleza virtual de las clases, a través de una pantalla.

¿Qué les llama la atención a los estudiantes de tus clases?

S-La interacción constante que promuevo (alumno-alumno y profesor-alumno), el feedback apenas correctivo, felicitaciones por algo que hicieron bien, los momentos de pausa en que cantamos en portugués y los aplausos – y muchas sonrisas – cuando terminamos una tarea en clase.

C-Creo que los estudiantes están más acostumbrados a un tipo de clase magistral, donde tienen un papel, digamos, más pasivo. Están acostumbrados a no participar, a escuchar al docente y a asimilar los conceptos por su cuenta. En mis clases yo aplico el método comunicativo, es decir, intento que los estudiantes no aprendan de manera pasiva, sino que sean los protagonistas de la clase y, por ende, de su aprendizaje. Esto supone hacer que hablen, que participen, que debatan y estén presentes durante toda la clase, algo a lo que, de momento, muchos no están acostumbrados y reciben con alegría y gratitud en las clases.

V-Creo que muchos se sorprenden al identificar las semejanzas entre el catalán y el rumano, ya que compartimos vocabulario y algunas estructuras. Por otra parte, les llaman mucho la atención las manifestaciones culturales de los territorios de habla catalana y descubrir que la idea unitaria de España o Francia que tienen en cuanto al territorio y la cultura no se llega a corresponder con la realidad.

¿Desde tu experiencia qué aspectos positivos y negativos resaltarías del sistema educativo rumano? ¿Cuáles serían las principales diferencias que encuentras con respecto al sistema educativo de tu país?

C-En realidad, los aspectos negativos los he mencionado ya indirectamente y se resumen en un concepto: el tradicionalismo, existente en la administración educativa y en la propia manera de enseñanza pasiva y antigua. Aspectos positivos hay también muchos, de entre los que destacaría el valor que se da a la profesión docente. El profesor aquí tiene un lugar de honor en la sociedad, es visto como una figura de suma importancia, alguien a quien respetar, lo que, desgraciadamente, sucede cada vez menos en España. Esa es la mayor diferencia que veo y que, obviamente por mi profesión, me afecta directamente.

V-Como aspecto positivo destaco la importancia y pluralidad de las lenguas extranjeras en la oferta educativa de los centros universitarios rumanos, especialmente en la Universidad de Bucarest. Es admirable la larga tradición académica y filológica en la enseñanza de lenguas y literaturas extranjeras a nivel universitario. En cuanto a los aspectos negativos —y es aquí donde quizá vea más diferencias—, me gustaría señalar las carencias que hay en las universidades, tanto de espacios o equipamientos específicos como de plataformas y herramientas virtuales, algo especialmente importante ante la necesidad de impartir clases en línea en plena pandemia. En general, el grado de digitalización de la vida universitaria es muy bajo, incluida toda la burocracia asociada a la docencia, y tampoco parece ser algo prioritario. Por otro lado, muchos alumnos llegan a la universidad muy acostumbrados a la pedagogía tradicional, más pasiva, basada sobre todo en la memorización, y a que haya una gran verticalidad y distancia entre el profesor y el alumno. Algunos tienen miedo de intervenir en clase por miedo a cometer errores o por no estar acostumbrados a desempeñar un papel activo en el desarrollo de las clases. Además, gran cantidad de alumnos tiene dificultades para extraer ideas de textos o realizar análisis críticos, algo esencial en los estudios de filología.

¿Qué cambios te gustaría ver?

S-No puedo hablar en términos globales del sistema educativo rumano, porque no lo conozco profundamente, pero sí de mi experiencia en la universidad con mis alumnos en los últimos 4 años. Los estudiantes rumanos son super responsables y muy trabajadores y esas características ayudan mucho a la hora de enseñar. No obstante, creo que sería importante fomentar, en el alumnado, la reflexión, la conciencia crítica y la capacidad de establecer relaciones con diferentes dominios temáticos y/o disciplinarios. A menudo noto que los estudiantes están demasiado enfocados en un tema o asignatura y no pueden, incluso cuando trato de direccionarlos, crear vínculos con otras áreas. Creo que también sería importante guiar al alumno para que se convierta en el autor de su proceso de aprendizaje, brindándole espacio para expresarse oralmente en clase e interactuar con el docente. Veo muchas veces a los alumnos evitando expresarse oralmente en clase por miedo a equivocarse en la respuesta o a cometer errores lingüísticos, algo que dificulta el desarrollo del aprendizaje. Por tanto, es fundamental combatir esta tendencia de miedo a la expresión e interacción orales, fomentando la participación con feedback correctivo, cuando sea necesario, y positivo.

C-Me gustaría ver, en general, una modernización del sistema educativo, tanto a nivel de digitalización administrativa como a nivel de renovación de métodos de enseñanza.

V-En mi opinión, urge actualizar los planteamientos pedagógicos para implicar activamente al alumnado en el proceso de aprendizaje, así como fomentar el uso de las TIC e impulsar la digitalización en todos los ámbitos de la enseñanza, ya que, en ese aspecto, las instituciones de enseñanza rumanas se están quedando muy atrás. Por otro lado, considero esencial que haya una mayor inversión pública que acabe con la falta de espacios y medios en las aulas, así como con las diferencias salariales considerables que existen entre el sector privado y el público, en la mayoría de casos bastante más precario.

Una de las mejores experiencias que hayas tenido hasta ahora…

S-Siempre que veo a mis alumnos genuinamente felices y aprendiendo en mis clases.

C-He tenido, por suerte, varias experiencias positivas en este país, no solo a nivel personal, sino también a nivel laboral. Sobre esto último, puedo decir que los estudiantes que he tenido han sido estupendos, han tenido muchas ganas de aprender y se han mostrado interesados y motivados en clase. La verdad es que no puedo elegir un único momento, ya que, como decía, hay muchos, aunque me vienen a la cabeza las palabras de agradecimiento que me dedican mis estudiantes a final de curso, donde me confiesan que han aprendido mucho conmigo, que se han sentido muy a gusto y que, lo más importante, han disfrutado aprendiendo. Siempre es agradable que valoren tu trabajo y que te recuerden que has influenciado a alguien de forma positiva, sobre todo motivando a estudiantes que venían desanimados y rechazando el español por haber tenido malas experiencias pasadas. Creo que este es uno de los aspectos más gratificantes de la docencia. 

V- Las mejores experiencias las vivo día a día, dando clase, al ver que, pese a las circunstancias actuales, al otro lado de la pantalla te esperan alumnos ilusionados y con ganas de aprender catalán con una sonrisa en la boca. Los alumnos suelen ser muy agradecidos y la principal fuente de motivación.

Recientemente se ha renunciado al trabajo de fin de carrera en la Facultad de Lenguas Extranjeras, y esta decisión ha generado cierto revuelo, en calidad de profesor de esta Facultad ¿Cómo lo valoras?

C-En realidad, mi opinión sobre este tema está bastante dividida, puesto que entiendo ambos lados de la moneda. Por una parte, creo que está bien que se renuncie a este trabajo, pues se había convertido en un lastre para los profesores que tenían que dirigir estos trabajos y para los propios estudiantes, que luego no veían su trabajo valorado porque las comisiones de evaluación no prestaban el valor que se merecía a cada uno de los trabajos. Por otro lado, considero que el trabajo de fin de carrera es necesario para todos aquellos estudiantes que quieran convalidar sus estudios es otros países, puesto que otras universidades no consideran que se haya terminado la carrera sin haber presentado un TFG antes. Creo que podría llegarse a un punto medio si la universidad observara la labor de tutela de este trabajo como algo imprescindible y digno de remuneración y la labor de su evaluación como algo también necesario. De esta manera, se mantendría el trabajo de fin de carrera, pero ya no como algo meramente transitorio o como una formalidad, sino como algo esencial y bien asentado y organizado.

V- Comprendo los motivos que han llevado a la Facultad a tomar esta decisión, pero solo la comparto parcialmente. Cabe destacar que la Facultad no ha renunciado totalmente a las tareas de investigación durante el grado, ya que ha mantenido la asignatura de Práctica de la Investigación, para la cual los alumnos deben elaborar un trabajo de investigación de menores dimensiones. Volviendo a la cuestión, realizar un trabajo de fin de carrera, tal y como estaba planteado y cumpliendo con unos estándares mínimos de calidad y rigor académicos, requiere de muchas horas y esfuerzo. Parte del alumnado, como he indicado anteriormente, accede a la educación superior con unas carencias de análisis crítico, estructuración y reformulación de ideas que se deberían haber resuelto en niveles preuniversitarios, y se ven obligados a suplirlas en unos meses, para lo que se necesitan muchas horas. A su vez, la tarea del tutor que lo acompaña se multiplica por el mismo motivo: se ven obligados a dedicar un tiempo excesivo a guiar a los alumnos y a corregir con rigor para posibilitar que se escriban trabajos de calidad y que se eviten los plagios. Además, de todo esto deriva un problema de organización: hay docentes con un número tan alto de trabajos por tutorizar que resultan muy difíciles de encuadrar en una jornada laboral. Así, creo que entran en conflicto varios factores derivados de problemas estructurales que se arrastran desde hace años y que, tarde o temprano, se tendrán que acabar resolviendo. La renuncia al trabajo de fin de carrera no es más que la constatación de estos problemas. Personalmente, espero que se resuelvan pronto y que el trabajo de fin de carrera vuelva.

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