¿Continuidad o cambio? Dos visiones enfrentadas en la segunda vuelta rumana

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El 4 de mayo los rumanos acudieron a las urnas para repetir las elecciones presidenciales tras la anulación de las anteriores en diciembre de 2024 por presuntas injerencias rusas a favor del candidato ultranacionalista y proruso Călin Georgescu.

El resultado de la primera vuelta ha confirmado el ascenso del líder ultranacionalista George Simion (partido AUR) con cerca del 41% de los votos, mientras que el independiente y proeuropeo Nicușor Dan obtuvo alrededor del 21%. Ambos avanzan a la segunda vuelta que tendrá lugar el próximo18 de mayo.

La participación, un 52%, fue ligeramente superior a los comicios anteriores, lo que refleja un incremento en el interés ciudadano por el futuro político del país. Si bien el 47% del electorado no votó en la primera vuelta y ambos candidatos buscan ahora movilizarlos.

Todo ello envuelto en un clima de alta tensión donde los comicios han polarizado la sociedad y desafiado el tradicional bipartidismo, la coalición gobernante ha perdido legitimidad tras la dimisión del primer ministro Marcel Ciolacu, el día posterior a las elecciones. A esta inestabilidad política se suma la caída del más del 2% del leu rumano frente al euro alcanzando su peor nivel de los últimos cincos años, a consecuencia del temor de los inversores y la retirada de capitales. Mientras que en el resto del país centros urbanos y rurales se encuentran polarizados entre visiones opuestas del futuro del país.

Propuestas de los candidatos
El próximo presidente rumano, con amplias competencias sobre seguridad y política exterior, jugará un papel decisivo en la dirección que tomara el país, si bien ambos candidatos tienen posturas marcadamente distintas.

Simion se presenta como heredero político de Georgescu, declarando en varias ocasiones su intención de nombrarlo primer ministro si gana, afirmando que “quien es elegido para dirigir la nación debe dirigirla”. Propone también un fuerte recorte del sector público despidiendo casi 500.000 empleados públicos (de 1,3 millones actuales).

En política exterior, Simion defiende una línea nacionalista que rechaza el envío de ayuda militar a Ucrania y se muestra crítico con la UE. Al mismo tiempo, alardea de su admiración por Donald Trump y promete revitalizar la alianza estratégica con EEUU. Su discurso, crítico con los partidos tradicionales, apela también al malestar rural contra la corrupción y la desigualdad.

En contraste, Nicușor Dan plantea una agenda prooccidental y reformista. Bajo el lema de una «Rumanía honesta», propone institucionalizar mecanismos anticorrupción: reformar el sistema electoral y despolitizar instituciones clave (justicia, educación, sanidad) e impulsar la innovación y las energías renovables. Además aboga por un fuerte aumento del gasto en defensa para cumplir con los compromisos de la OTAN, valora la colaboración con EE.UU y reitera su apoyo incondicional a Ucrania, clave para la seguridad de Rumanía y Moldavia.

Posibles consecuencias políticas y económicas.

Si Simion fuera elegido el escenario se encaminaría a una política exterior euroescéptica y hostil hacia Ucrania, posturas similares a las de Viktor Orban, Robert Fico y Trump, rompiendo con el alineamiento occidental que ha caracterizado a Rumanía en la última década. Internamente se ha especulado que el Partido Social Demócrata (PSD), ahora fuera del gobierno, podría en el futuro pactar con AUR para formar gobierno consolidando una plataforma populista, lo que generaría cierta inquietud en los mercados.

Por el contrario, si Nicușor Dan ganara se espera continuidad en la senda proeuropea. Su presidencia incentivaría la inversión y la cooperación militar occidentales, sin cambios drásticos en política exterior. Además, sus reformas económicas podrían contribuir a paliar algunos problemas estructurales.

Ambos candidatos se enfrentan en un contexto social y económico desafiante. Los votantes están preocupados por el alto costo de la vida y la corrupción endémica mientras que la economía rumana creció apenas 0,9% en 2024 (muy por debajo del 3% previsto) la inflación anual es del 5% y el déficit externo supera ya el 7% del PIB.

Los próximos días de campaña serán decisivos para reestablecer la confianza de los agentes económicos y movilizar a un electorado que, según las encuestas, sigue indeciso en un porcentaje significativo. La segunda vuelta determinará no solo el futuro inmediato del país, sino su posición en Europa en los próximos cinco años.

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