Foto: Tiraspol/ Jacques Bopp -Unsplash

Transnistria, ¿un conflicto político o económico?

360º

Foto: Tiraspol/ Jacques Bopp -Unsplash

A pocos días de cumplirse el segundo año de guerra en Ucrania el Gobierno de Transnistria, encabezado por el líder de la región, Vadim Krasnoselski anunciaba su intención de convocar una sesión especial del Congreso para solicitar al parlamento Ruso protección frente a las crecientes presiones y bloqueo económico de Moldavia.

El motivo de la convocatoria fue el hecho de que a principios de año, Moldavia modificó la legislación fiscal obligando a las empresas transnistrias a pagar aranceles por las importaciones a República de Moldavia y no a Transnistria como hasta entonces. Este cambio fue interpretado por las autoridades transnistrias como una medida de presión política y económica que afectaba negativamente a las condiciones de vida de sus ciudadanos.

En su discurso en el Congreso extraordinario, Vadim Krasnoselski, acusó a Chișinău de “genocidio” mencionando  que se habían ejercitado cuatro formas de “genocidio” contra Transnistria en los últimos 30 años: estrangulamiento económico, destrucción física de una parte del pueblo, denegación de protección jurídica e intento de imponer la lengua por la fuerza.

En la resolución de siete puntos presentada se acusaba a Moldavia de “violar los derechos humanos y las libertades de Transnistria, por lo que el país quiere “ser soberano” y solicitaba  a las dos cámaras del parlamento ruso, “tomar medidas para proteger Transnistria en las condiciones de presión creciente de Moldavia”.

El gobierno de Tiraspol explicó que se dirige a Moscú, dado que más de 200.000 ciudadanos de la Federación Rusa viven en el territorio de Transnistria, además de “considerar la experiencia positiva de Rusia como pacificador en el Dniéster y su condición de garante y mediador en el proceso de negociación en el problema de Transnistria”.

La última vez que el Parlamento transnistrio se reunió en sesión extraordinaria fue en el 2006 para celebrar el referéndum que solicitaba la integración en el territorio Ruso. En dicho referéndum más del 90 % de los cerca de 400.000 votantes, se pronunciaron a favor de la integración con Rusia quien no se ha tomado medidas desde entonces.

El repentino anuncio y revuelo generado por las declaraciones del Gobierno transnistrio han sido interpretados por un lado como un posible mensaje de las futuras intenciones estratégicas de Rusia en la zona, coincidiendo con el inminente discurso de Putin sobre la situación en el frente y el anuncio de su nueva candidatura a las presidenciales. Y por otro como una posible estrategia de propaganda rusa que desde el inicio del conflicto ha utilizado la situación Transnistria para desestabilizar al gobierno pro europeo de Moldavia y lanzar un mensaje a los países de la OTAN sobre la posibilidad de abrir otro frente en esa zona.

Los medios de comunicación y gobierno de Moldavia no acordaron inicialmente mucha importancia a la noticia y reforzaron en sus declaraciones la teoría de artimaña propagandística si bien la prensa internacional se hizo eco del anuncio del Gobierno transnistrio por lo que todas las miradas se centraron en lo que sucedería en Transnistria y la reacción de Rusia a su solicitud, temiendo una situación similar a la producida en Ucrania con las anexiones de zonas pro rusas.

El gobierno de Chișinău declaró que sigue “atentamente” la situación en la región de Transnistria,  y cree que “no hay motivos” que indiquen que la situación pueda empeorar.

El Viceprimer Ministro para la Reintegración, Oleg Serebrian, declaró a los medios de comunicación que rechaza las “declaraciones propagandísticas” de Tiraspol. Por su parte el Presidente del Parlamento de la República de Moldavia, Igor Grosu, afirmó que “no hay peligro de escalada o desestabilización de la situación en Transnistria.

En los mismos términos se pronunció la Dirección General de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania (GUR) anunciando que los temores sobre una solicitud de unión de Tiraspol con Rusia no se han confirmado.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, citado por las agencias de noticias rusas declaró que “La protección de los intereses de la población de Transnistria, de nuestros compatriotas, es una de nuestras prioridades. Todas las solicitudes son siempre examinadas cuidadosamente por los organismos rusos competentes”.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, afirmó que las tensiones en Transnistria son “peligrosas” para la región y Ucrania y la amenaza de una intervención rusa, o al menos de una provocación, es constante”.

Por su parte en una entrevista a Radio Moldavia el secretario general adjunto de la OTAN, Mircea Geoană puntualizaba que teniendo en cuenta que es un año electoral para Moldavia, celebra presidenciales en octubre, se espera que durante estos meses haya acciones propagandísticas agresivas por parte de Rusia.

El conflicto económico

Para comprender por qué un cambio de medidas fiscales ha suscitado esta reacción por parte del Gobierno transnistrio hay que remontarse al pasado y analizar la situación de la región no sólo desde el punto de vista político sino también económico.

Transnistria es un estado autoproclamado no reconocido internacionalmente que surgió en 1990 tras la caída de la URSS, después de una guerra civil de dos años con Republica de Moldavia. Desde entonces Rusia mantiene una unidad de 1.500 militares en la zona  y un arsenal, en Kolbasna, cerca de la frontera con Ucrania, erigido en la década de 1940, cuando Moldavia aún formaba parte de la Unión Soviética.

Al finalizar la guerra mediante un acuerdo entre Rusia, Ucrania y Moldavia se creó la Comisión Conjunta de Control y Fuerzas Conjuntas de Mantenimiento de la Paz en la zona por la que 3.100 soldados rusos, 1.200 moldavos y 1.200 transnistrios fueron desplegados en Transnistria como contingente de mantenimiento de la paz que aún perdura.

El limbo legal y económico de Transnistria lo ha transformado en un paraíso fiscal en los últimos treinta años lo cual en ocasiones ha facilitado el contrabando en la zona.

“En el 2001 el gobierno moldavo de entonces, controlado por el presidente comunista pro ruso Vladimir Voronin, adoptó una ordenanza (n° 1001) “sobre la declaración de mercancías por parte de los agentes económicos de los distritos orientales de la República de Moldavia“, que eximía a las empresas de Transnistria de pagar impuestos e impuestos especiales en Moldavia para evitar la doble fiscalidad dado que en teoría ya pagaban esos impuestos en Transnistria. Esta medida, que provoca pérdidas de más de 4000 millones de lei al año para Moldavia, se ha seguido mantenido por todos los gobiernos posteriores incluyendo al actual” explica Vitalie Călugăreanu el corresponsal de DW en Moldavia en un detallado artículo.

En el 2005 se toman dos nuevas decisiones significativas desde el punto de vista económico regional. La primera es un acuerdo entre Moldavia y Ucrania para que todas las empresas de Transnistria que exporten mercancías a través de la frontera con Ucrania sean registradas por las autoridades moldavas.. Acuerdo que se implementó después de que la misión de asistencia fronteriza de la Unión Europea en Moldavia y Ucrania (EUBAM) iniciara su actividad en el 2005.

La segunda se produce cuando de nuevo el gobierno de Voronin adopta la ordenanza nr. 815 por la que las compañías de Transnistria no deben pagar por las licencias ofrecidas por el Gobierno moldavo. Dicha medida supone un agravio comparativo para las empresas moldavas que pagan por sus licencias, válidas durante 5 años, mientras que las empresas transnistrias las obtienen gratuitamente con el único requisito de solicitar su prórroga cada seis meses.

Junto al reciente cambio del régimen fiscal aduanero para las empresas transnistrias el Gobierno moldavo anunció que en el futuro podría introducir nuevas medidas como por ejemplo anular las ventajas fiscales anteriormente mencionadas. Por estos motivos podría deducirse que el Gobierno transnistrio habría intentado disuadir al Gobierno moldavo de continuar por esta línea mediante la solicitud de ayuda a Rusia activando los miedos a la posibilidad de un nuevo frente que podría desestabilizar más aún la zona.

En esta línea apuntan las declaraciones realizadas a medios moldavos y rumanos de Alexandru Flenchea ex. viceprimer ministro moldavo para la Reintegración quien está convencido de que la decisión de organizar el congreso del 28 de febrero en Tiraspol se tomó en las oficinas de la empresa “Sheriff”  controlada por el ex agente del KGB Viktor Gushan.

Viktor Gushan y su holding “Sheriff” en Transnistria se volvieron extremadamente vulnerables después de la invasión rusa de Ucrania. Kiev ha cerrado herméticamente el segmento de Transnistria de la frontera entre Moldavia y Ucrania y, por tanto, por primera vez en 30 años, Chișinău puede controlar todo lo que Transnistria importa y exporta. Gushan intentó vender algunas empresas, pero fracasó debido a la inestabilidad en la región y algunas empresas ya han quebrado. Sheriff quiere salvar sus empresas aprovechando las facilidades fiscales que ofrece Chișinău. Esto presupone un cierto grado de buenas relaciones y acuerdos con Chișinău, pero también una buena relación con Kiev.

Moscú y el MGB de Transnistria (es decir, el FSB) no pueden aceptar este coqueteo del régimen separatista (subordinado a Sheriff) con Kiev o Chișinău. El Kremlin puede reaccionar de dos maneras: imponiendo cambios radicales en Tiraspol o mediante provocaciones armadas aisladas. Estos riesgos deben tenerse en cuenta en 2024″.

Desde el punto de vista económico la anexión de Transnistria con Rusia no sería rentable para ninguna de las partes. Desde la celebración del referéndum del 2006 en el que el gobierno Transnistrio solicitó su integración con Rusia, el Kremlim no se ha pronunciado en absoluto. Al parecer a Rusia le interesaría mantener la situación tal y como está según explica Andrei Curăraru, experto moldavo en seguridad, en declaraciones a DW Moldavia.

¨El 76% de las exportaciones de la región de Transnistria son absorbidas actualmente por la UE sobre la base del Acuerdo de Libre Comercio firmado por la República de Moldavia con la UE. Si Transnistria fuera declarada parte de Rusia, ya no se beneficiaría de las cuotas de exportación en la UE y no podría exportar a Rusia porque el tramo fronterizo con Ucrania está y seguirá cerrado.”

“Otra consecuencia (del posible reconocimiento de Transnistria por parte de Rusia) son las sanciones internacionales, lo que significaría congelar las cuentas en el extranjero del clan “Sheriff” y de los jefes del régimen separatista de Tiraspol que tienen grandes propiedades fuera del país e incluso es posible que ya no tengan acceso a ellos. Chișinău conserva la ventaja de incluir a los líderes separatistas en la lista de sanciones internacionales como un as bajo la manga en caso de que la situación empeore. Esta sería una de las últimas medidas a las que podría recurrir Chișinău. Además, una vez que Transnistria se convirtiera en parte de Rusia, automáticamente se convertiría en un objetivo legítimo para el ejército ucraniano, con una base militar rusa y un depósito de armas a sólo siete kilómetros de la frontera con Ucrania“.


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