Recordando a Moș Nicolae

Historias

Foto: Andreea Prelipcean

El tenue sol invernal va poco a poco desapareciendo entre los resplandores de los pálidos rayos de sol que se deslizan tras los bloques de cemento gris. En las ventanas se dibujan rostros de niños, miradas impacientes intentan precipitar la llegada de la noche. Una emoción latente anticipa lo que va a suceder.

Es 5 de diciembre, en los hogares rumanos, tras la cena, el leve ruido de las bayetas sacando brillo a las botas compite con el silencio de la noche; las botas, ya brillantes, se dejan en la puerta preparadas para recibir a Moş Nicolae al que nunca nadie ve pero cuya presencia se siente entre el aroma de las naranjas, del chocolate y en el rumor de los regalos depositados cuidadosamente en las lustrosas botas. Los niños esperan impacientes para ver que les ha traído Moş Nicolae preguntándose si han sido buenos o no. Aquellos que no lo han sido encontrarán una varilla en sus botas en lugar de regalos.

Moş Nicolae es un personaje popular entre los niños de Rumania, Alemania, Holanda y Suiza. Su nombre de pila era Nicolae y nació en el seno de una familia rica de Oriente Medio cerca de la ciudad de Belén. Vivió durante el siglo IV y fue cardenal de Myra (actualmente territorio turco). A la muerte de sus padres, siendo el todavía pequeño, decidió utilizar la herencia para ayudar a los más necesitados, especialmente a los niños. Nicolae murió un 6 de Diciembre y de ahí que esta fecha sea la elegida para sus visitas tanto a niños como adultos.

Hemos querido retratar el espíritu de esta popular tradición preguntando a amigos de diferentes edades sobre esta celebración rumana. Ana-Maria, Andreea y Silvia comparten con nosotros sus más preciados recuerdos de esta celebración, los regalos que recibían, cómo se preparaban, y como hoy, ya adultos, siguen disfrutando de esta noche tan especial para ellas.

Ana-Maria (42 años)

“Me encanta el factor sorpresa, la magia de la noche en la que el niño que llevamos dentro no quiere irse a dormir. Es una noche en la que regresamos a nuestra infancia. Nunca me he imaginado a Moş Nicolae así que podía ser de cualquier forma. Ya de pequeña sabía que mis padres eran los que me llenaban las botas con dulces y naranjas, a veces con algún juguete y otras con chocolate o libros. Me encanta el ritual nocturno de limpiar las botas es como si prepararas su espíritu para adentrarse en la historia.

En general casi todos los años recibía naranjas y dulces. Alguna vez incluso bananas (me pregunto cuantas horas habría estado mi madre o mi abuela en la cola para conseguir todo esto). Un año recibí un juguete. Creo que tenía 9 años y recibí un mono de peluche. Nunca me han gustado las muñecas o los peluches, me parecen estúpidos, callados como idiotas, eran pasivos y no reaccionaban ante nada. Pero este mono, que todavía conservo, era simpático, no le puse nombre pero tampoco lo abandoné. Creo que me gustó simplemente porque era un mono y no una muñeca de rizos con un vestido marrón. Unos días antes había descubierto el sitio en el que mis padres escondían los regalos. Conocía la existencia del mono pero aún así me hice la sorprendida y me alegré mucho cuando lo encontré en mis botas, también supe de la estilográfica china de color verde que esperaba tranquila en su caja a ser depositada una noche en mis botas marrones. La estilográfica murió en mi memoria y fue sustituida por el teclado.

Lo celebro con mucha alegría. Me preparo en espíritu para la historia. Me voy a comprar los regalos para la familia con suficiente antelación. Por la noche paso por casa de mis padres para abrillantar sus botas, meter los regalos bien empaquetados dentro de las botas y luego lo escondo todo en la despensa y por la mañana llamo a mi madre y le digo siempre lo mismo: “ Me ha dicho Moş Nicolae que habéis sido buenos y que os ha dejado algo”.

En mi casa hago lo mismo, preparo las botas de Carmen y las mías, les saco brillo y por la noche me levanto a dejar los regalos. Por la mañana digo: “Anda, qué cosa tú, ha pasado Moşul por aquí”. Es divertido ver cuanto me alegro, como si no tuviera ni idea de que me los he puesto a mí misma en las botas”.

Andreea (34 años)

“Es una de las pocas ocasiones en las que la familia está en primer plano y una fecha en la que ya comienza a sentirse la atmósfera de las festividades con las luces y los puestos con regalos.

Me gusta, es como un preestreno de la Navidad, como un ensayo. Toda la familia se reúne, físicamente o por teléfono, en función de las posibilidades de desplazamiento, y todo el mundo recibe regalos según cómo haya sido de “bueno” durante el año. Lo que más me gusta es la capacidad de mis botas para alojar los regalos de Moş Nicolae.

Normalmente de pequeña recibía como regalo unos dulces, unos guantes o calzado nuevo pero si enfadaba a mis padres o a mis abuelos la semana de antes, recibían una “varilla”, un castigo simbólico.Mis recuerdos de Moş Nicolae se funden con los de Navidad pero recuerdo con especial cariño las vacaciones cuando de Moş Nicolae iba a casa de los abuelos con toda la familia y no sólo a pasar las navidades como sucede ahora. La celebración no tiene el mismo encanto de mi infancia porque no tengo vacaciones y no estoy en casa de mis abuelos con mis padres, pero compensamos hablando por teléfono para acortar la distancia. Pese a todo Moş Nicolae siempre encuentra sitio en mis botas para sus regalos aunque tenga que recorrer grandes distancias y buscar cómplices para que le ayuden a llenar las botas”.

Silvia (25 años)

“Lo que más me gusta de Moş Nicolae es la emoción que anticipa la apertura de regalos, en su mayoría son frutas y dulces. Ese día hay que atracarse de dulces y mandarinas, esta es la regla. De pequeña habitualmente recibía dulces, plátanos, mandarinas y naranjas aunque cada cual puede desear cualquier otra cosa.

Disfrutaba mucho de pequeña pegándome el madrugón para ver lo que me había dejado en las botas, recuerdo que un año por comer demasiados dulces se me cayó una muela o un diente y sufrí mucho.

Me gusta seguir manteniendo la tradición de limpiarte las botas, dejarlas encima de los radiadores en la cocina y al día siguiente ver que te ha traído. No sólo me gusta recibir regalos sino también hacerlos. Mi abuela es la única persona que sigue considerándome una cría y siempre me deja algo asegurándome que no ha sido ella sino Moş Nicolae.”

Os invitamos a compartir con nosotros vuestros más preciados recuerdos de Moş Nicolae en comentarios.

 

Para saber más:

6 de diciembre

San Nicolás

 

 

2 thoughts on “Recordando a Moș Nicolae

  1. Son unos bonitos relatos en los que permanecen los asombrados ojos de las protagonistas con un eco de nostalgia.
    ¡Bien Hispatriados! Os felicito.

  2. Gracias Estephanie por tu comentario y felicitaciones.Esperamos seguir compartiendo relatos, recuerdos y más contigo.

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