Foto: V.B. De izquierda a derecha, Daniela, Miguel, Lucila, Adriana y Patricia
Cada una de las historias individuales de los integrantes de Via Babel parte de diferentes lugares y confluyen en Barcelona en un máster de Periodismo de Viajes. Sin apenas tiempo para conocerse la suerte les hizo viajar a un país que les era completamente ajeno para grabar un documental sobre la vida durante el Comunismo.
Cerca de un mes hemos convivido, hecho entrevistas, visitado antiguas prisiones y nos hemos ido conociendo mejor al tiempo que iban descubriendo la cultura rumana.
Adriana (México)
De padre alemán y madre mejicana adora la música y el arte. Le hubiera gustado dedicarse a la música pero eligió Ciencias de la Información porque podía dar salida a su vena creativa. Ha trabajado en radio, televisión, comunicación empresarial y como freelance. Le encanta socializar y comunicar con la gente. Le gustaría quedarse en Europa para abrir un restaurante mejicano y crear una empresa de publicidad.
Patricia (España)
Le encantan las ciencias y las mátemáticas por eso inició sus estudios de Ingenieria de las Telecomunicaciones en Madrid pero su atracción por los temas sociales y culturales y su pasíon por la escritura la empujaron a cambiarse a Periodismo. Escribiendo y viajando es dónde más cómoda se siente y en un futuro le gustaría trabajar para un medio en el que pueda seguir combinando ambos.
Daniela (Venezuela)
Atraída por los jardines de la Universidad de Ciencias de la Computación de Caracas, por los que paseaba de niña, quiso ser Ingeniero Informático pero a mitad de camino descubrío que lo suyo era contar historias y acabó en Ciencias de la Información. Le apasiona el teatro, escribir y viajar sobre todo porque le permite conocer personas, culturas y formas de ver la vida diferentes a la suya. No tiene planes específicos de futuro salvo no trabajar en una oficina y seguir haciendo documentales, fotografiando, contando historias y algún día regresar a Venezuela porque siente que es su lugar.
Lucila (Argentina)
Salteña de nacimiento supo desde que era adolescente que lo suyo era viajar y conocer gente. Estudió Turismo y trabajó en una agencia de viajes durante la carrera lo que le permitió viajar por todo el mundo y abrir su mente. Decidió tomarse un descanso y profundizar en sus estudios cursando un máster. Es muy organizada y le encanta planificar al detalle, tiene gran sentido del humor, es optimista y adepta al “carpe diem”. El documental ha supuesto un reto para ella que viene de un campo diferente pero es aquí donde ha descubierto su sensibilidad fotográfica que en un futuro le gustaría explorar. No tiene planes claros todavía de momento se plantea alguna incursión en el diseño de moda pero sobre todo seguir aprovechando las oportunidades que se crucen por su camino.
Miguel (España)
Persona inquieta y curiosa fue un mal estudiante que se empeñó en demostrar a quienes no creían que llegaría a nada que era capaz de muchas cosas. Eligió la carrera de Historia porque era algo que siempre le había gustado. A Miguel le encanta viajar, principalmente sólo e impulsado por esa curiosidad innata que le lleva a explorar lugares para hallar respuestas. Deseaba salir de Canarias y acabó en Barcelona. Entre sus planes de futuro está dar la vuelta al mundo sin prisa, trabajando de lo que sea y hacerse guía de montaña porque le encanta caminar y escalar.
¿Qué es Vía Babel y cómo surgió la idea de este documental?
Adriana – En el máster nos dividieron en equipos y tuvimos que elegir un nombre y pensar en una idea de proyecto relacionada con el tema de este año que era muros físicos y mentales. Pensamos en las barreras idiomáticas, en la torre de Babel y de ahí surgió Via Babel. Al mes de formar el grupo sortearon los destinos y nos tocó Rumania. Luego entre todos se votó y surgió la idea de hacer un documental sobre el Comunismo.
¿Qué sabías sobre Rumanía antes de venir?
Adriana – Bueno, pues sabía lo típico, Transilvania, Drácula, los gitanos cuando iba a España me hablaban de los gitanos rumanos. Sabía más cosas negativas que positivas pero no era un país del que tuviera mucho conocimento porque no tenía un concepto en mi cabeza. Además durante la carrera conocí a dos chicas rumanas y ellas me contaron sobre la raiz latina del rumano y que la situación en Rumania estaba muy complicada y por eso habían decidido irse, eso era todo lo que sabía.
Patricia – Sabía que se hablaba mucho español por las telenovelas, yo seguía una telenovela mejicana e hice amigas rumanas que habían aprendido español gracias a esa telenovela. Conocía algo sobre Transilvania, la historia de Drácula y lo de los gitanos. No tenía ningún tipo de prejuicio y me daba incluso rabia que gente que no conocía el país pensara eso, porque en España se habla mucho de los gitanos rumanos pero sabía que Rumanía no era sólo eso porque ya había viajado a otros países del Este, Croacia, Hungría y en Bulgaria y tenía más o menos una idea de como podría ser.
Lucila – No tenía ni idea de nada de hecho cuando sortearon los países comenzaron a hablar del castillo de Bran y yo pensé: ¿dónde queda eso? No sabía ni que Drácula era de acá de Transilvania y eso que estudié turismo y me decía: ¿cómo es que no sé esto?.
Me gusta conocer los lugares através de la música así que esa noche llegué a mi casa y comencé a escuchar la música gitana rumana que es buenísima, alegre, los gordos cantándote ahí. Me gustó el país ya sólo por lo que escuché. Expectativas tenía cero y creo que es mejor porque así el lugar te sorprende. Esta es ya la tercera semana acá y cada día que pasa me siento menos “guiri”, lo veo con otros ojos. Al principio quizá todo me parecía más raro pero no me ha costado nada adaptarme, sigue siendo occidente.
Daniela – Cosas superficiales, Nadia Comaneci, Drácula, Transilvania, que la bandera tiene los mismos colores que la de Venezuela y el libro de un escritor venezolano titulado Transilvania Unpplugged que es muy oscuro casi depresivo.
Miguel – Tenía la visión de los españoles, lo típico, rumanos ladrones, que hay mucho gitano, prostitución y tráfico de mujeres aunque tengo que decir que nunca vi nada de eso aquí. Pero también tengo una amiga rumana en Gales que me había hablado de lo precioso que era el país, lo decía con un gran orgullo y me animaba a visitarlo. Y mira que el destino aquí me trajo.Yo fui el que abrió el sobre con el país que nos tocó y lo primero que me vino a la cabeza fue la imagen de mi amiga de Gales y nada más llegar a casa le escribí para decirle que me había tocado ir a Rumania. Ahora hemos coincidido aquí y me parece increible las circunstancias que nos han reunido.
¿Cuáles fueron tus primeras impresiones de Bucarest?
Adriana – Mi primera impresión fue el gris y la impotencia de no poderme comunicar. Nada más llegar simplemente comprar el billete de autobús fue toda una aventura. Me ha costado trabajo comunicarme porque no me he cruzado con mucha gente que hablara inglés, en mi caso me he enfrentado bastante a la barrera idiomática. La gente en general ha sido muy amable pero no he podido acercarme a ellos por el tema del idioma.
Una cosa que me llamó la atención, aparte de la arquitectura comunista, es el contraste entre edificios espectaculares casi abandonados junto a nuevos edificios. La arquitectura en general me parece muy gris. Me choca el contraste entre zonas de la ciudad, a veces sientes que estás en España y otras en México. De hecho este tipo de contrastes me recuerda mucho a México.
Patricia – Los contrastes y las desigualdades sociales. Al principio nada más llegar al comprar el billete los empleados fueron muy bordes nos trataron fatal pero aparecieron tres rumanos, dos chicos y una chica hablando inglés que se ofrecieron a ayudarnos. Me llamó la atención ese contraste de el señor hablándome fatal y de muy malas formas y la amabilidad de estos chicos que incluso me pagaron el billete.Y pensé que toda mi estancia sería asi la gente mayor más negativos y los jóvenes más positivos porque me había pasado lo mismo en Bulgaria. Pensaba también que iba a ver más gitanos y apenas he visto. Bucarest me ha sorprendido mucho por lo grande y viva que és.
Lucila – Me sentí en una ciudad latina. Bucarest me transporta a Latinoamérica. Al inicio por los tranvías me recordó a Quito y también tiene parte de Lima porque es bastante grís.
Daniela – Lo mucho que se parece a Latinoamérica, el olor, huele igualito a Caracas. Hay mucho contraste, hay mucho verde, algo que no me esperaba porque Barcelona no lo es tanto y yo venía ya de una ciudad que es puro cemento, mucha gente y poco verde. Y me resultó hasta un respiro el llegar aquí con sus espacios tan grandes y tanto verde. Cuandó llegué al aeropuerto me dije esto es muy raro no parece Europa, es muy chiquito parece el aeropuerto de Caracas y que la gente corríera y se me coleara para el control de la aduana era muy Latinoamérica, eso no pasa en ninguna otra parte de Europa y me encantó porque hacía tiempo que nadie se me coleaba.También me llamó la atención el silencio que hay acá.
Miguel – Me llamó la atención la gente, los rasgos tan diferentes que tienen, latinos, eslavos, tátaros… Me fijo mucho en las fisionomías, me gusta ver las miradas de la gente, los gestos y como interaccionan quizá sean cosas tontas pero que me llaman la atención porque soy muy curioso.
¿Qué te ha sorprendido del país y del proyecto?
Adriana – Me han impactado los tranvías y autobuses antiguos como de los 70. En cuanto al proyecto a pesar de que al principio no estaba muy entusiasmada con el tema ahora una vez aquí y durante las entrevistas me parece muy interesante sobre todo conocer las vidas de quienes han vivido en esa época y que han tenido una vida difícil.
Patricia – Del proyecto sin duda la visita a la cárcel de Jilava con el antiguo preso político. Ya había estado en Auschwitz y me emocionó pero aquí fue distinto porque estabas con una persona que lo había sufrido directamente y podías imaginarte las cosas que mencionaba… Por ejemplo cuando enseñaba los grilletes me imaginaba a la persona atada, la veía allí, eso me impactó mucho. De hecho no pensaba que íbamos a ver una cárcel de tan cerca.
Lucila – Del país me ha sorprendido cómo fuma la gente desde por la mañana, me recuerda mucho a la Argentina, son escenas comunes en mi país que las desnaturalizacé en estos seís meses en España y de repente las ví acá y me sorprendieron. Encontré muchas similitudes con Argentina, ese mal humor capitalino, la forma de contestar y de hablar me recuerda a Buenos Aires.
Del proyecto me impactó mucho la cárcel de Jilava, me puso tensa la energia, el ambiente. Me impresionó lo que nos contaba Bjoza más aún siendo una cárcel activa. Me hizo pensar en estar privado de libertad y lo que ello significa.
El concepto de libertad es como que algo que todos percibimos y que otros no tienen pero en el caso de los presos políticos fue absurdo y esas historias te llegan sobre todo contadas en primera persona. Uno piensa que tuvo una vida tan simple, todo tan solucionado y siempre que escuchás estas historias, pensás… sólo por intentar ser libre, por pensar diferente. Eso me conmovió la falta de libertad y la libertad en sí.
Daniela – El paralelismo con Venezuela justo por eso digo que Rumania está donde está y en Venezuela pasa igual que aún quedan muchas cosas por hacerse. Me impactó mucho escuchar a Octav Bjoza hablar y pensar que cosas así, quizá no tan fuertes, puedan estar sucediendo ahora en mi país y que se sabe que están sucediendo. Si es la mitad de lo que vivieron los presos políticos acá en Rumania es horrible, eso es lo que más me ha impactado.
Miguel – Lo dispuesta y abierta que ha sido la gente a la hora de compartir sus historias personales, nada cohibídos. Los he visto muy naturales, me ha impresionado la accesibilidad y la flexibilidad de la gente.
¿Qué es lo que más y lo que menos te ha gustado de Bucarest?
Adriana – Lo que más me ha gustado ha sido la vida del casco antiguo, los edificios de tipo francés y la gente. Adoro la arquitectura y las iglesias ortodoxas y nunca había visto estas iglesias antes. Me ha llamado la atención la vida que hay por las noches y también lo de las chicas bailando en las vitrinas de los bares que lo he relacionado con la trata de blancas que decía mi madre. Lo que menos quizá el a veces sentirme insegura al no entender que te dicen o por el cómo te miran por ejemplo en Obor no me he sentido segura. Tampoco me ha gustado que la gente tiene una expresión seria como triste y que no parecen totalmente felices.
Patricia – Lo que menos quizá la inseguridad en ocasiones porque no sabes que te dicen los tios y que te miren de arriba abajo, en España puedes contestarles pero aquí no y eso me ha generado un sentimiento de inseguridad.
Lucila – Me encanta la comida, que no haya humedad, el verde de la ciudad no me imaginaba una ciudad tan verde, me encantan esos oásis dentro de la ciudad. No me gusta la contaminación visual, los edificios muy altos, los paneles publicitarios enormes, el que no se conserven los edificios antiguos algo que pasa en general también en Lationoamérica.
Daniela – Me encanta que hay gente de aquí del lugar porque a veces uno camina por Barcelona y apenas se ven barceloneses, no se nota acá tanta mezcla y turismo. Me han gustado los parques con sus lagos algo que no hay ni en Venezuela ni en Barcelona. Lo que menos me ha gustado ha sido, los cables, los trolebuses y la cantidad de publicidad de la ciudad.
Miguel – No me ha gustado la locura de los conductores, la impaciencia al volante y que al peatón apenas lo respetan, hoy justo casi se llevan a un señor con su bebé por delante, es como una lucha por atraversar la calle.
¿Cómo acabarías esta frase? Bucarest es…
Adriana – Contrastes
Patricia – Un puedo y no quiero.Tenemos oportunidades pero aún estamos caminando, aún atrasados por la falta de iniciativa.
Lucila – Verde
Daniela – La Latinomérica de Europa
Miguel – Una ciudad antagónica donde encuentras lo bueno y lo malo, lo feo y lo bello, todos los extremos muy marcados.