El son de Rumania

Miscelanea

Foto:TD

Existe una banda sonora para cada uno de los recuerdos que tengo en Rumania desde mi primera visita, allá por el año 99, hasta ahora. La música rumana la tengo asociada tanto a momentos personales como a los cambios sociales del país.

La sociedad rumana que encontré a finales de los 90 era un fiel reflejo de la situación por la que atravesaba el país. En este periodo convivan los acordes del pasado comunista y un recién llegado capitalismo que se imponía en las melodías. Apenas transcurridos diez años desde la Revolución la música, al igual que el país, buscaba una identidad propia que le permitiera olvidar el pasado y enfrentarse al desconocido presente, que acababa de irrumpir en sus vidas.

Cuando vine a Rumania por primera vez encontré un gran contraste musical; las historias de amor se colaban en la canción ligera de Paula Seling y Mădălina Manole, el rock de Sarmalele Reci, Bere Gratis, Holograf; las canciones con acordes de órgano Casio que se oían por los rincones de la ciudad; aparecían los primeros duos de chicas ligeras de ropa con Andreea Bălan a la cabeza; los ritmos turcos cantados en rumano convivían con “boys bands made in Romania” como los 3 Sudest ; la pobreza de los barrios periféricos se plasmaba en los raps de Bug Mafia, Paraziţii y La Familia.

La rabia de los compases rockeros de Viţa de Vie, viejas glorias como Iris o Cargo seguían triunfando con sus éxitos de siempre; la poesía juvenil de Vama Veche, estandarte del pop rumano, hacia furor. El ritmo reggae de El Negro asomaba tímidamente por los resquicios de los playbacks dance. Se perfilaban los futuros maneles con ritmos orientales importados; el fenómeno de “turbo balkan” hacia furor y cientos de voces distorsionadas cantaban alegrías y penas de la nueva Rumania: amor, dinero, miseria y éxito salpicaban las letras.

Antes de venirme a vivir definitivamente a Rumania la música me llegaba de la mano de los amigos rumanos en tránsito hacía sus nuevas vidas. Una Maria Tănase rejuvenecida por la voz ronca y ritmos gitanos de Loredana Groza, en su famoso disco Zaraza o el romanticismo congelado en el tiempo de Direcţia 5.

Una vez llegada aquí mi primer acercamiento al idioma viene a través de la música. Aprendí frases, palabras y expresiones escuchando los grupos rumanos recomendados por diferentes generaciones. Encendía la radio y escuchaba las letras de canciones que retrataban una forma de ser, una forma de vivir. Las sempiternas radios musicales en los maxi taxis abarrotados en las calles desiertas del invierno de Bucovina; canciones de despedida en las estaciones de autobuses llenas de emigrantes que buscaban otras melodías; un grupo de amigos cantando en una discoteca compartiendo recuerdos de juventud; Charlas interminables con taxistas sobre la música que salía de sus radios de camino a casa o al aeropuerto.

Al lado de la música rumana he disfrutado de veladas inolvidables, de conversaciones hasta el amanecer o simplemente del silencio de la noche escuchando letras que no entendía y que siempre alguien me traducía, compartiendo conmigo los sentimientos que les producía cada acorde, cada letra. Recuerdo con especial cariño las cintas distorsionadas de tanto escucharse de Ada Milea y sus canciones psicodélicas de fondo en un viejo casetofón, en una cocina llena de humo y vino casero en la Semana Santa del 2001. Las largas conversaciones con mis amigos rumanos sobre política, sociedad en casas y tabernas oscuras acompañados de Paraziţii. La música me ha ayudado a entender, comprender  y querer a este país.

Rumania continuamente absorbe ideas, iniciativas, modelos a los que luego les da su toque personal y la música no es una excepción. Se sienten las diferentes influencias musicales, desde los ritmos balcánicos a los occidentales pasando por los eslavos, hasta los latinoamericanos como la salsa. Todos ellos se encuentran integrados en la música rumana actual.

Europa comienza a descubrir la música rumana, los grupos rumanos como Morandi o Inna hacen vibrar con sus ritmos al resto de países europeos. Poco a poco su música se exporta y con ella quizá se llegue a conocer un poco más a este país. Rumania sigue marcando su propio ritmo y merece la pena pararse a escuchar.

2 thoughts on “El son de Rumania

  1. Si se piensa bien nuestras vidas están marcadas, sin darnos cuenta , por canciones y músicas que a veces no entendemos pero que terminan configurándonos.
    Aquí vemos como la música sirve para integrar, para conocer “al otro”
    Me gusta el artículo

    1. A veces se pasa por alto que la música sirve para integrar y para entender otras culturas de una forma sencilla y agradable.
      Nos alegra saber que te ha gustado el artículo.Te agradecemos tu reflexión y te damos las gracias por tu participación y por seguirnos.

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