Vicente Pascual: “No se trata igual a un extranjero que habla inglés que a uno que habla rumano”.

Entrevistas

Foto: Hispatriados

Abogado de profesión se dio cuenta enseguida que lo suyo no eran los tribunales sino el cine. Estudió cinematografía en Valladolid y poco a poco fue aprendiendo la profesión desde abajo.Tras hacer un Máster en Comunicación Audiovisual se fue a Cuba, a la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, para seguir aprendiendo.

Compagina su actividad en el Taller de Imagen de la Universidad de Alicante con los rodajes de documentales que hablan de personas y sentimientos encuadrados en temáticas sociales. Precisamente fue un documental sobre la inmigración rumana a España el que lo trajo a Rumanía por primera vez, un país que le cautivó de tal manera que decidió aprender rumano y regresar cada vez que puede. En este momento prepara su primer largometraje sobre el fallecido director de cine Cristian Nemescu.

¿Cómo se produjo tu primer contacto con Rumanía?

No pensaba venir a Rumanía, no era algo que tuviera pensado, no creo en eso de que tengo un destino escrito en algún sitio, creo más en las casualidades, en que abres una puerta y se te van abriendo otras. A lo largo de tu vida van pasando oportunidades y las coges o no y si lo haces eres tú el que va haciendo tu vida. Tú te creas tu camino y tu destino.

En la Universidad de Alicante había hecho, junto con otro compañero, un documental sobre la migración Latinoamericana en España. Cătălina Iliescu, la presidenta de la Asociación rumana Aripi, a la que conocía desde hacía años, lo vio y me propuso hacer algo sobre la imigración rumana en España. Encontramos la financiación, la Universidad de Alicante hizo la postproducción, el Ministerio de Asuntos Exteriores se ocupó de la producción y a través de otras entidades como Insituto Cultural Rumano (ICR) o la Unión Nacional de Teatros Rumanos nos facilitaron transporte y alojamiento. Mi idea era venir aquí y hacer el documental sin más, no pensaba que Rumania me iba a enganchar tanto.

Cuando vine no sabía hablar nada de rumano, trabajábamos con una intérprete y cuando regresé a España me di cuenta de que el país me atraía. Ya había hecho documentales en Panamá y en Austria pero no llegaron a engancharme tanto como Rumanía. Algo vi en aquel momento que me dijo por aquí puedo tirar. Tras acabar mi documental “La cometa de Andrei (Zmeul lui Andrei) decidí estudiar rumano en Alicante y dentro de la Facultad de Traducción e Interpretación pude hacerlo. Durante ese primer año de rumano, me apunté por probar suerte a un concurso para hispanohablantes sobre personalidades rumanas organizado por el ICR de Madrid. El premio para el ganador era asisitir a los cursos de Lengua y Cultura Rumana para Extranjeros de Brașov durante un mes con todos los gastos pagados.

Escribí un ensayo sobre Cristian Nemescu porque había sido el primer autor rumano del que había visto una película, California Dreaming, que me impactó mucho así como el hecho de que el director muriera tan jóven siendo uno de los mayores talentos de la nueva generación de cineastas. Era una especie de deuda personal que tenía. Tuve tanta suerte que gané el premio y asistí a la Escuela de Verano de Brașov que me gustó tanto que decidí regresar al año siguiente para seguir perfeccionando el idioma y poco a poco he llegado ya a un nivel avanzado de rumano.

Al mismo tiempo fui teniendo relación con la familia de Nemescu, con Yvonne Irimescu, que era una de sus grandes amigas y habia trabajado en uno de sus documentales. A raíz de ello todo ese mundo alrededor de Nemescu pues también se interesó por mí, un español que se interesa por un autor al que no muchos han hecho caso y encima escribe sobre él, le dan un premio y viene a estudiar rumano, pues queremos conocerlo.

Asi fue como paso a paso decidí vincularme más a su historia, a como había sido el rodaje de California Dreaming, a cómo era él como persona. Cada vez que vengo a Bucarest voy a visitar a sus padres, veo a sus amigos. He ido creando un círculo entre Brașov y Bucarest que es lo que me ha vinculado intermitentemente y poco a poco casi de forma permanente a este país.

¿Cuáles fueron tus primeras impresiones sobre el país?

Lo primero que ví de Rumanía fue Gara de Nord y fue un bofetón en la cara. Bucarest lo conocí más durante mi segundo año. Mi primer encuentro con este país fue Brașov, un lugar tranquilo, hermoso y lleno de vida. En el seno de la Escuela de Verano había gente de muchos países y lo que nos unía a todos era el interés por la lengua y la cultura rumanas lo cual me impulsó más a conocer el país. Mi primera impresión sobre Rumania fue de esto no es la idea de lo que yo tenía en España. Durante el rodaje de “La Cometa de Andrei “, apenas me dí cuenta de como era Rumanía porque estaba muy metido en la historia. Lo que sí que me llamó la atención, incluso durante el rodaje, fue la hospitalidad de la gente. Te invitan a su casa y desde el más rico al más pobre te da todo lo que tiene y no te deja levantarte de la mesa hasta que no te lo has terminado todo. Eso me gustó mucho. Y en Brașov pasó lo mismo, encontré esa misma hospitalidad que en pocos lugares había visto. Creo que también el hecho de que un extranjero se interese por su lengua y su cultura e intente hablarla aunque sea chapurreando se aprecia. No se trata igual a un extranjero que habla inglés que a uno que habla rumano.

Siempre intento hablar en rumano, ahora es más fácil porque lo domino más, pero incluso antes intentaba usar mi limitado lenguaje para absorber todo lo que podía, para relacionarme e integrarme en la cultura. Es lo mismo que pasa cuando te encuentras con rumanos en España que han aprendido el idioma muy rápido y te sorprende cuando te hablan en español y se crea un vínculo especial con esa persona porque al dirigirse a tí lo hace en tu idioma y eso hace que la aprecies más, que les abras más las puertas, así te ganas a la gente.

Cuando llegué a Bucarest mi primera impresión cambió. No se quién me dijo hace poco que cuando estás en Bucarest lloras dos veces, la primera cuando vienes y la segunda cuanto te vas. Y es cierto, cuando pisé Bucarest por primera vez para pasar más tiempo me dije, ¡Dios Mio! esos edificios dejados, las fachadas sucias, las pintadas y pensé pero por qué no lo cuidan. Sentí una ciudad que me sorprendía por su dejadez pero al tiempo veías unos contrastes brutales. Esos contrastes de parques inmensos y bonitos con cosas de antes del Comunismo, es el contraste que me gustó, todos esos rincones que no sabes como han nacido y como surgen de la nada, un paisaje cambiante que cada día es distinto. Puede ser que un barrio cambie y al día siguiente sea otra cosa, siempre vas descubriendo sitios nuevos. De repente te encuentras lugares bestiales y gente encantadora. Bucarest es sobre todo una ciudad cosmopolita en la que desde que llegué nunca me he sentido extranjero.

¿Por qué decidiste hacer La cometa de Andrei, un documental sobre la imigración rumana a España?

Nos inspiramos del documental previo sobre los inmigrantes latinoamericanos en España pero quisimos hacer algo más cercano a Europa. Justo coincidió que Rumanía acababa de entrar en la UE, era un reto conocer a este gran desconocido, una aventura porque con America Latina compartimos un idioma, hay muchas raices y era más sencillo porque es parte de nosotros, pero Rumanía era un reto y esa dificultad añadida me estimulaba.

En el 2008 era el momento en el que el fenómeno migratorio en España estaba cambiando, debido a la crisis cuando muchos inmigrantes regresaban a sus países de origen y era un momento crucial para hacer el documental. A través de la Asociación Aripi conocimos a muchos rumanos que llevaban viviendo en España más de seís o siete años e incluso habian tenido hijos y la queríamos explorar ese vínculo con su país de origen pese a la distancia que es la metáfora de la cometa.

El documental les gustó más a los rumanos que a los españoles. En España hay gente a la que no le importa la inmigración pero todos los rumanos que están fuera, que han vivido esa situación se han sentido identificados. Lo más sorprendente de todo esto es que hace poco estuve en Oradea y habia gente que habia visto el documental, y lo flipaba, me decia a mí mismo ¿cómo puede ser ?. Te llena de satisfacción aunque que sea a posteriori. Sobre todo porque ves que entras en el corazón de la gente que era lo que me interesaba. Hace poco en Brașov me ha propuesto, en un local donde cada semana pasan documentales, haceruna proyección de La cometa de Andrei. Me encanta que este documental sea atemporal, que pese a que han transcurrido casi 8 años sigue vigente y da aún mucho que hablar. La gente se emociona mucho e incluso lloran, como yo cuando lo terminé, luego te acostumbras y lo vives de otra forma.

Cuando uno hace una película aparte de su visión personal hay que pensar en el público al que te diriges. Este documental en concreto estaba pensado para personas que han vivido en su familia la inmigración, por ejemplo en España pueden ser los que se van a la vendimia en Francia, quienes emigraron a Alemania o a Suiza, muchos españoles tienen algúna relación con el tema de la inmigración, sobre todo como país receptor de inmigrantes es un asunto que nos atañe directamente.

En Rumanía la inmigración es aún un fénomeno, hay ciudades que tienen mas gente fuera que dentro. Nadie se va de su país porque quiere te vas por necesidad. En aquel momento no se habían hecho muchos documentales sobre este asunto más allá de la trata de blancas, prostitución o tráfico de armas que son tópicos sobre el país que se tenían en España. Quería cambiar eso, quería que se viera a las personas tal y como son de verdad, no digo que no existan estos fenómenos pero tenemos que hablar de las personas, no de noticias. Hay millones de inmigrantes en España que tienen una historia, personas que se han ido para buscar una vida mejor y que han pasado por todo tipo de obstáculos. Existe una emoción especial que siente el inmigrante cuando se ve reflejado y hay una gran tendencia de reducir al inmigración a todo lo malo, se obvia el tema emocional. Mi documental trata más de sentimientos que de otra cosa.

Ultimamente vienes a menudo a Rumanía porque estás inmerso en los preparativos de tu primer largometraje sobre Cristian Nemescu que auna ficción y realidad ¿Cómo surgió la idea del documental y en que fase estás?

Desde que gané en el ensayo hasta que comencé a darle vueltas a esta idea ha pasado casi un año.Todo comenzó a raiz de mi visita a los padres de Cristian Nemescu. Yvonne, la mejor amiga de Cristian me envió un mensaje de felicitación al ganar el concurso donde además me contaba que al haber pasado ya varios años de su muerte su imagen había quedado un poco en la sombra y me invitaba a visitarla a ella y a sus padres.

Al año siguiente, cuando pasé por Bucarest, me ví con todos y poco a poco fui creando un lazo personal con ellos. Les impactó el hecho de que yo hablara rumano porque justo cuando yo escribí el ensayo no lo hablaba, pero ahora ya podía tener una conversación media y cuando terminamos de hablar me quedó un algo dentro. Noté un gran agradecimiento a un extranjero que había llegado aquí y que se interesaba por su hijo.

Me contaron sobre las dificultades que tuvo para hacer sus películas, luego como le llegó el éxito porque en apenas tres años habia hecho lo que otros en diez con lo cual era muy talentoso. Me quedé con la idea, tenia dos proyectos en mente, uno sobre la pérdida de los niños durante el embarazo con una compañera que conocí en Brașov y otros sobre Chernobil porque había viajado alli con otra compañera del curso. Para mí Brașov fue un revulsivo, conocí mucha gente y a partir de ahi fueron surgiendo ideas tanto dentro como fuera de Rumanía.

Empecé a darle vueltas y la tercera vez que vine en 2014 fui a ver sus padres y les comuniqué que iba a hacer una película sobre él. Les dejé que vieran algunos de mis trabajos para familiarizarse con mi estilo, y transcurridos tres días el señor Nemescu me escribió un análisis sobre mis documentales, me felicitaba por ellos y me daba el visto bueno para hacer la película.

A partir de ahí escribí el guión y en estos dos años he perfilado ya la idea del documental hasta que este año pedí una beca al ICR porque me daba cuenta que cada vez que venía a Rumania disponía de muy poco tiempo entonces cuando hacía contactos para ver como arrancar el documental, financiación, etc tenía que regresar y luego comenzar de cero. Por eso solicité la beca, necesitaba ese mes para poder hacer todos los contactos, la investigación preliminar y dar a conocer el proyecto entre la gente que podría sacarlo adelante. Me concedieron la beca y durante el pasado mes de septiembre estuve terminando todo el trabajo.

Es el primer largometraje que hago, durará unos 70/75 minutos y quiero dar un salto adelante, no he querido hacer más de lo mismo porque eso podría hacerlo perfectamente en España. Quiero tratar el tema de la ficción dentro del documental también porque me apetece hacer algo original, huír del simple reportaje o el biopic tradicional sobre la vida de una persona.

De momento la idea ha sido bien acogida y ha gustado, los costes de producción son más elevados de lo que he hecho hasta ahora, asi que estoy barajando la posibilidad de hacer una coproducción. Hablé con Ada Solomon, porque ella tuvo una vinculación con Nemescu en una de sus películas, y me dijo que la única persona que podría producir algo así en Rumania sería ella. Me dio una serie de recomendaciones en las que estuve trabajado durante el mes de septiembre y de momento las cosas van hacia delante. Lo bueno es que durante mi estancia en Bucarest he conocido a más gente relacionada con el mundo del cine aquí en Rumania y a todos les ha gustado la idea.

Eres un gran apasionado del nuevo cine rumano ¿cómo lo definirías?

El cine rumano comienza a despuntar en el 2001 cuando Puiu hace su primera película que es cuando se crea el manifiesto del nuevo cine rumano, lo que se llama la nueva ola. El 90% del cine rumano que he visto proviene de esta nueva ola, no he visto mucho cine de antes de la Revolución, es todo posterior al 2000. Si que he visto algunas buenas películas realizadas en esa época donde el mayor problema que existía era la censura que no permitía hablar de muchos temas por lo que muchos directores optaron por exiliarse, como Lucian Pintilie que luego hizo la película Reconstituireaen el año 68 y no se estrenó en Rumania hasta después de la Revolución dado que era una crítica directa al régimen, al poder y al ejército.

El de la nueva ola es un cine que se centra en lo que sucede durante los últimos años del Régimen de Ceaușescu y a la vez trata situaciones actuales como los problemas que ha tenido el país para consolidar su democracia, para entrar en la UE, la desilusión que supuso la democracia, la desindustrialización, el desempleo, la inmigración, los problemas de los rumanos de a pie en su día a día para poder subsistir, asuntos familiares y sociales. Es un cine, tal y como afirman críticos y periodistas, autoflagelador. Lo cierto es que si Mungiu, Puiu y Porumboiu nu hubieran tenido el éxito que han tenido en el extranjero a través de los festivales probablemente el cine rumano no sería tan conocido.

La crítica internacional valora esa forma de narrar desde las entrañas, desde lo más bajo de la sociedad. A mi me gusta que es un cine donde ves los problemas que hay, ves que ese sueño que se tenía después del Comunismo ha sido un desencanto y muestra algo que no se sabe si está emergiendo o dando vueltas sobre si mismo, buscando un lugar a ninguna parte. Es un cine muy realista que trata de responder a esas metáforas que se utilizaban en los años 80 que bebían muchos de las fuentes del cine ruso, de Andrei Tarkovski. Es un cine real, muy crudo.

Por ejemplo Sierra Nevada de Puiu, la última película que ha presentado Rumanía a los Oscars del 2016, dura tres horas y el 90% suceden en el interior de un apartamento donde ves las relaciones sociales, ves una familia desintegrada, ves los problemas de los jóvenes y te cuenta los últimos veinte años de la historia de Rumanía a través de una serie de diálogos. No sé cómo será recibida en el exterior. Yo como conocedor que soy de la cultura rumana la película me ha impresionado. Después de Poziția copiluluiha sido la útima gran película del cine rumano que he visto.

¿Se puede conocer la cultura y forma de ser de los rumanos a través de su cine?

Hay muchos lugares comunes que ves reflejados en este cine de la nueva ola, por ejemplo el tema de la mesa, en Rumania sentarse a comer es un ritual, compartir una comida une mucho y siempre hay alguna escena de este tipo como la ya clásica escena de comer ciorbă o el que esperen a que todos estén en la mesa para comer. Además los temas de conversación de las películas rumanas hablan sobre la herencia del Comunismo cuando existía esa corrupción que aún está presente, esa terna de pila, șpagă, mită, los enchufes y los sobornos que aparecen en todas las películas y el hecho de que todo aún tiene un precio, ese te hago un favor pero a cambio… Es una imagen de Rumanía que a los rumanos no les gusta que se vea, aunque la corrupción no es algo sólo rumano, pero aquí se trata de una forma muy realista y muy cruda, no se cortan.

Otra cosa que se refleja en su cine es la dificultad por sobrevivir, tener varios trabajos, el salario que no alcanza es un tema recurrente, no tener dinero, los préstamos. Creo que sin duda se conoce bien a la sociedad rumana a través de este cine porque no lo edulcoran, ni lo adornan, no muestran ese mundo feliz de Hollywood que tampoco es real. Se muestra el desencanto de una sociedad que pasó de la falta de libertad a un mundo en el que la tienen pero no existe la posibilidad de hacer cosas. En La cometa de Andrei un personaje dice: Rumanía es muy bonita pero no hay modo de que podamos visitarla al completo. Antes tenías dinero pero no tenías la posibilidad de hacer nada porque no se podía y ahora que tienes libertad no tienes dinero.

¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de Rumanía?

Me encanta la hospitalidad rumana y lo sociables que son, he conocido más gente aquí en un mes que en Alicante en un año. Me gusta la seguridad, es un país que pese a esa idea de delicuencia que se transmite y de todo lo que se oye no pasa nada. He ido de madrugada por la calle y te sientes más seguro que en Madrid o en Barcelona.

En cambio no me gusta la desigualdad que hay en muchas zonas, Bucarest y el resto, la gente viene aquí porque hay oportunidades, si quieres estudiar y tener un futuro te vienes aquí a la capital. Están las ciudades grandes, Bucarest y el resto. No existe el concepto de pueblo como en España salvo quizá en Transilvania. Además hay mucha desigualdad entre regiones. Otra cosa que no me gusta es que no se cuiden más las ciudades ni que los bajos salarios obliguen a la gente a inmigrar. La tasa de desempleo no es muy alta, puedes tener un trabajo pero el salario no te alcanza y tienes que tener otro trabajo, por eso muchos optan por emigrar.

 

 

 

2 thoughts on “Vicente Pascual: “No se trata igual a un extranjero que habla inglés que a uno que habla rumano”.

  1. Cómo pasar del mundo de las Leyes al mundo de la imaginación me resulta extraño. Pero ahondando un poco creo que cuando se busca la Justicia Social todos los caminos son válidos.
    Felicidades Vicente por encontrar tu camino y tu forma de expresarlo.
    Me ha emocionado La Cometa de Andrei, una visión realista y dura del ahora.
    Suerte

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