Andrés Ehrenhaus : “El humor permite hablar de temas tremendos con una profundidad, distancia y elegancia que el drama impide”

Entrevistas

 Foto: T.D

Andrés Ehrenhaus, escritor argentino de cuentos fantásticos con un lenguaje propio, traductor e inventor de una fórmula para traducir el humor nos habla de la relación entre la literatura y humor, de la fantasía en la literatura rumana y de su impresiones sobre Rumania.

Mucha gente cree que literatura y humor están reñidos, que la literatura tiene que ser seria, sobria y hablar de temas tremendos; justamente me gusta el humor porque permite hablar de temas tremendos con una profundidad, distancia y elegancia que muchas veces el drama impide y uno debe escribir de temas serios con humor porque bien utilizado es una herramienta de análisis fantástica.Hay  gente que se ha reído de las cosas más brutales y me gusta la literatura dónde el humor está presente porque me enseña a reírme de mí mismo.

Traducir humor es muy difícil porque es algo muy idiosincrático, cada cultura, grupo y sector social tiene su forma de humor particular, los escritores recogen ese humor y traducirlos se transforma en un verdadero quebradero de cabeza porque tienes que encontrar el modo de transmitirle al lector un efecto similar y que el registro del humor se mantenga, tienes que ser muy delicado, es complicado pero entretenido y una  de las cosas que más me gusta hacer. Tengo toda una teoría acerca del humor, hasta desarrollé una fórmula loca, al estilo de Lacan que inventaba fórmulas donde no las había, que permite traducir el humor. La creación de esta fórmula parte de cosas que fui recogiendo aquí y allá sacadas de la teoría Freudiana. Freud dice una cosa que a mí me parece muy elocuente e ilustrativa, dice que el humor permite que la angustia que uno mantiene soterrada en el inconsciente encuentre un atajo por el que salir y ese atajo tiene efecto hilarante, el placer de encontrar ese atajo es lo que produce el alivio y la risa. El humor por excelencia es el humor negro, el que va a lo profundo con una sonrisa y Freud cuenta un chiste en uno de sus libros clave para entender la relación que tenemos con el humor titulado “El chiste y su relación con el inconsciente” que dice así:

Un condenado a muerte está esperando el día de la ejecución y estando en la celda los verdugos viene a llevarlo  al cadalso y en ese camino se para y le pregunta a uno de los verdugos, perdón, pero ¿qué día es hoy? El verdugo le dice, es lunes, a lo que el condenado responde: ¡Qué mala manera de empezar la semana!

Ese último momento del chiste te hace pensar en tantas cosas a la vez que no entender que eso es una herramienta de análisis es estar un poco ciego. Yo me agarré de todas esas cosas para crear esta fórmula que me ayudara en las clases de traducción, la fórmula parte del hecho de que en el fondo el humor es una metáfora con final feliz.

Aparte del humor me gusta la literatura fantástica, fui lector de literatura fantástica desde pequeño, de Poe pasé a la Ciencia Ficción sin excluir otras lecturas y cuando me puse a escribir encontré una dificultad, supongo que personal, para remitirme directamente a la realidad circundante. Encontré entonces esa vuelta que es hablar de lo que hay, pero nombrándolo de otra manera, lo mío no es digamos la fantasía, imaginar otros mundos, sino entender que todos los mundos están en este. Es una fantasía más dura y pesimista, por más allá que te vayas siempre estás aquí. Poco a poco me he ido acercando a la realidad, mis primeros cuentos estaban situados en ninguna parte, las cosas no son como son y cada vez me fui aproximando más a lo que son, a la vez que mi lenguaje se iba deshaciendo o al revés quizá se fue contaminando y eso tiene que ver con mi historia. Como argentino ya soy mezcla, esa mezcla me define, conlleva una amalgama de lenguas y todo argentino, por más que tenga una ascendencia española o italiana, oyó a su alrededor muchos acentos, muchas formas de hablar y todo eso forma parte del lenguaje habitual, lo que llamamos lunfardo es en realidad una jerga mucho más amplia llena de palabras extranjeras incorporadas y utilizadas para la expresión del momento, es una jerga que además va cambiando constantemente. Luego me fui a España, a Cataluña y claro empiezas a escuchar otros acentos, otras lenguas y formas de expresarse, en España en sí hay una diversidad también de castellanos enorme, el catalán tampoco es de una sola forma, hay acentos múltiples, como sucede en todas partes que vas un pueblo dos kilómetros más allá y las cosas tienen otro nombre. Todo eso me fue deshaciendo la lengua estándar y contaminándola de lo que se iba metiendo y me dejé contaminar porque cuando traduzco no puedo, tengo que ser más neutro, una neutralidad que no existe pero que hay que jugar a que sí cerramos los ojos y decimos esto es español rioplatense neutro ¡Vaya invento! En cambio como escritor puedo dejarme atravesar porque mi primer lector soy yo y me tengo que gustar, tengo que  divertirme también, yo me lo tomo como una especie de venganza contra la profesión, mi otro yo, es una doble faceta que me gusta, no sé si les gusta a los lectores, pero a mí sí aunque claro escribes para que te lean, estableces un diálogo con los lectores.

Nunca tuve una vocación como escritor, no es mi carrera, entonces me la puedo tomar también con humor y cierta distancia y eso me permite escribir con bastante libertad. Escribo poco no soy muy prolífico porque si escribo soy muy riguroso y hasta que no me gusta algo no lo doy por bueno y encima que le dedico poco soy de los que filtran mucho lo que hacen. Hay mucha literatura de todo tipo yo por qué voy a añadir algo que no valga la pena, qué derecho tengo, hay cosas mucho mejores, por eso soy muy cuidadoso. Me inspiran situaciones de la vida, de mi experiencia, que probablemente me preocupan y a las que intento dar una salida que valga la pena, que permita una lectura de esa situaciones que no sea la obvia, la evidente y no me considero para nada una persona excepcional, soy muy normal, pero si creo que cuando uno escribe, igual que cuando uno habla con cierta presión encima como en una radio o ante un auditorio salen cosas inesperadas porque la sinapsis trabajan a otra velocidad y esas cosas inesperadas que te salen ahí o cuando estás escribiendo son las válidas, las útiles; lo no controlado, lo que no sabía que iba a decir es lo que me interesa, pienso mucho antes de hablar, pero el fruto de ese pensamiento es algo inesperado y eso es lo que me inspira, algo que elaboras pero lo que ese algo produce tiene que ser inesperado y sorprenderte, eso es lo que para mí es hacer literatura o arte.

Durante mi primera visita a Rumanía en el 2009 escribí un cuento que se llama “Un cronocimiento” producto de dos cosas que me pasaron en mi breve estancia y que yo armé como están armados los cuentos en este libro,tomando dos situaciones distintas a las que hago confluir en un mismo espacio ficticio. Casi todo el libro está así construido salvo diferentes cuentos que son todo ficción, lo demás  son experiencias personales que yo junté. Estando aquí viví dos experiencias, por un lado, me encontré con dos personajes rarísimos en la cafetería del hotel, un descendiente de un virrey español en el Rio de la Plata con su ayudante también rarísimo y por otro la visita al cementerio de Filantropía donde está la tumba del sombrerero Adolf Hittler. Esas dos cosas como anécdotas eran muy coloridas y con ambas construí este cuento en homenaje a la visita a Bucarest, fue como como dejar una huella en mí que no fuera solamente la vivencia cotidiana o directa, me llevé un cacho de cariño y lo puse en el cuento.

Esta es mi segunda visita al país, la primera como decía fue hace diez años cuando me invitó Joaquín Garrigós, probablemente el más importante traductor de rumano y el que más ha hecho por difundir la literatura rumana actual y moderna en España y Latinoamérica.Me invitó para una cuestión del gremio de traductores, empezaba a gestarse una conciencia profesional de la traducción, en su mayoría eran mujeres, y quería que transmitiéramos la experiencia asociativa de la profesión en España. Ese viaje estuvo muy marcado por eso y permitía ver como en ese momento estaba viviendo la gente una especie de despertar cultural, los traductores son puentes culturales, están bastante atentos a lo que pasa y era muy interesante ver cuál era la visión del traductor rumano a lo exterior y como se veían a sí mismos. Fue una visita breve pero intensa culturalmente y me fui con una sensación inacabada de Bucarest porque no me dio tiempo a explorarlo en profundidad e inesperada porque siempre que visitas un sitio las cosas no son como creías y tuve la impresión de ver un Bucarest despertando.

Ahora diez años después puedo decir que ya despertó, en gran medida a esa cosa rara que en España conocemos bastante que es la modernidad europea que tiene sus pros y contras y que te lleva por un camino que no siempre es el bueno o el que quieres. Vivo en España desde la Transición y viví ese camino completo, cuando llegué a Barcelona había una explosión de libertad que tampoco se sabía cómo iba a terminar y aquí ahora se perciben cosas parecidas que se perfilaban hace años, la sociedad en sí no ha cambiado tanto porque las sociedades cambian muy lentamente, percibes destellos de libertad expresiva y cultural pero la sociedad va más lenta por suerte porque si no sería todo un vaivén insoportable. Los procesos son lentos y complejos y el dinero ayuda, pero a veces no y eso es lo que ves, lo que si noto y noté esa primera vez y algo que distingue a Rumania un poco de lo que es la situación intelectual en España es que aquí hay mucha curiosidad por lo menos en ese sector que no se ha dormido. En España he notado que tras tantos años de inyección de modernidad europea la curiosidad empieza a adormilarse un poco y despiertan poca curiosidad cosas que no tengan que ver con el consumo o con lo esperado, la gente va a que le cuenten lo esperado. Acá noté una predisposición mayor a lo inesperado, una postura más modesta que me gusta más y en la que me reconozco, no sé todo, no sé muchas cosas, cuéntame que puedo aprender de tí. No es que los españoles nos sean modestos pero hay un pudor por demostrar curiosidad intelectual, depende de los sectores pero al sector más cultural acá se le ve ávido por saber.

Falta una apertura mayor de Rumanía hacía el mundo, perder complejos o soltarlos, tomar aire incorporarse a la universalidad. En Latinoamérica en nuestras lecturas lo rumanos que leíamos eran universales, eran centroeuropeos no los leías como rumanos sino como gran literatura universal y nos sorprende que se haya perdido esa identidad más pan centroeuropea y que cada uno reivindique su literatura nacional. Para el latinoamericano es una sorpresa Ionesco, que en el teatro es un gran valor cultural, siempre interesa mucho la vanguardia, entonces él era para nosotros lectura obligada así como ver sus obras, era un autor universal que nos llegaba más de Francia que de otro lado. Igual con los Dadaístas de Tzara, a mí me daba igual si era rumano, húngaro, checo, es como decir que Kafka es patrimonio checo. Son autores que forjaron los cambios de siglo, son vanguardias y son patrimonio de todos.

Un rasgo de la literatura centroeuropea y de la rumana es que de repente te encuentras con el sentimiento, te han llevado hasta el sentimiento crudo y de repente lo entiendes. Blandiana habla de una realidad dura con una visión muy crítica pero no te deja sólo y abandonado en ese páramo te ayuda a entenderlo y a vivirlo. Algo similar pasa con Onetti por ejemplo y en algún otro menos fantástico porque lo fantástico en América Latina tiene un cierto espejo con Rumania porque las situaciones extremas te obligan a escapar hacia lo fantástico, no podías nombrar lo que había, no sólo estaba la censura de fuera sino la autocensura, tal era la opresión que tu expresión también quedaba oprimida y por eso también esa salida por la fantasía que nos permite volver a la realidad de una forma menos torturada, usando la metáfora o el humor. Hay mucha fantasía en la literatura del Este que es extraordinaria, con relatos realistas pero fantásticos, quizá por estar en periferias geográficas, en zonas de sombra esos juegos se permiten más, tienes que encontrar maneras de no quedarte mudo, como escribir después de Auschwitz, mirá Primo Levi, salío del campo de concentración y lo primero que escribió fueron cuentos fantásticos de semi ciencia ficción y luego escribió sobre sus experiencias como prisionero.

Para saber más

Andrés Ehrenhaus es traductor y escritor argentino que reside en Barcelona desde 1976 y es profesor del Posgrado de Traducción Literaria y Audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra . Ehrenhaus está especializado en traducción de literatura humorística. Ha traducido más de cuarenta títulos; entre ellos, la poesía completa de Shakespeare, obras de Marlowe, Poe, Wilde, Lewis Carroll (Alicia a través del espejo), Kerouac, Aldiss, Dantec, van Sant, Murray y John Lennon.

Como narrador ha publicado los libros de relatos Subir arriba (Sirmio, Barcelona, 1993), El futuro es esto (Reservoir Books, Barcelona, 1999), Monogatari (Mondadori, Barcelona, 2001), La seriedad (Mondadori, Barcelona, 2001), y Un obús cayendo despedaza (Malpaso, Barcelona, 2014), y la novela Tratar a Fang Lo (Paradiso, Buenos Aires, 2006).  Fue comentarista de libros en diversos programas de la televisión catalana y forma parte del equipo redactor e impulsor de los dos proyectos de Ley de Protección de la Traducción en Argentina.

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