Analía Selis: “Decidí empezar de cero y probar Rumania”

Entrevistas

Foto: Iconcert.ro

Analía es una mezcla de emociones y estados a primera vista contradictorios. Una apariencia menuda que transmite fuerza, una persona fuerte y frágil a la vez, pero sobre todo auténtica. La cantante argentina es ella misma, una persona armoniosa que ha sabido aunar todos estos estados en su persona.

Originaria de Argentina y con ciudadanía rumana, Analía es como un árbol con muchas raices, cada raíz tiene algo de una cultura ya sea argentina, rumana o americana y ha ido incorporando un poco de aquí y de allá hasta lograr una melodía que suene a unidad.

Natural, transparente y equilibrada, de ojos grandes, vivos, expresivos y sonrisa perpetua, Analía se parece a una milonga, llena de recuerdos, de alegría, de melancolía, de sentimientos que es capaz de transmitir con una voz pausada y tranquila que te acuna, como una caricia imperceptible, envolviéndote mientras narra pausadamente su llegada a Rumania hace ya diez años.

Cantante desde que se conoce, cantaba siempre, aprendió a tocar piano y guitarra y tuvo siempre claro que lo suyo era la música. Fue su amor por la música y por un rumano lo que la trajo a este país.

Conocí a Răzvan, mi esposo, que es violonchelista, en Boston donde yo estudiaba canto clásico y nos enamoramos. Cuando terminé de estudiar me quedé un tiempo trabajando allá, toda la cosa iba mejor con él y…parecía mucha mejor opción Europa que EE:UU. Argentina estaba muy mal, en el año 2000, con lo del “corralito”, de todas formas hacía años que venía pensando que Argentina no era una buena opción. Una de las opciones era España, donde tenían pensado mudarse mis hermanas, pero apareció Răzvan y decidí empezar de cero y probar en Rumania. Me vine, me gustó y me quedé.

Yo sabía que Rumania había pasado por el comunismo, había leído un poco de la historia, asi que la primera impresión de infraestructura no fue mala, me la esperaba. Me esperaba un país gris, un país golpeado con muchos edificios como los que nosotros en Argentina llamamos “monoblocs”, es decir los edificios grises, ya me esperaba todo eso.

Mi primera vez llegué a Bucarest y esa misma noche fuimos en tren para Cluj, allí entendí esa música que escuchaba allí en Estados Unidos. Sentí el floklore, lo reconocí, porque allá en América escuchaba mucho a Grigore Leshe, Sofía Vicoveanca, a Zamfir y cuando llegué a Cluj ha sido ese ¡Hopa! Esto es familiar, esa sensación…la primera impresión fue buena. Me gustó mucho la gente”.

La integración le resultó relativamente sencilla. Había visitado el país en un par de ocasiones, conocía algo del idioma al llegar y el calor de la gente la fue ayudando a sentirse más y más cómoda.

La gente fue lo que más me ayudó a integrarme, son más latinos, yo venía de Boston, estaba cansada de gente fría, de no saber si están enojados, estas cosas de máscara,de que todo está bien “everything is allright”. Y aquí, me encontré con que si uno está enojado pues lo expresa, eso me ha gustado. Me ayudó también a integrarme el hecho de que la lengua rumana tiene raíz latina, me resultó más fácil.

Antes de instalarme vine dos veces de vacaciones una en verano y otra en invierno para conocer el país. Cuando tomé la decisión de mudarme empecé a estudiar rumano con casetes, con libros, porque no había cursos y pagar un profesor privado era muy caro, tampoco había suficientes personas que quisieran aprender rumano para hacer un grupo. Comencé a estudiar y cuando llegué ya sabía suficiente para integrarme.

Me llevó más tiempo entender cómo se mueven las cosas, como están los pagos, los bancos, las facturas, los gastos…Me acuerdo que me hacía mucho lío con tantos ceros que tenían los leis (*) antiguos y cuando pasaron de millones a miles fue peor todavía”.

No considera que haya habído obstáculos importantes en su adaptación salvo algunos de tipo burocrático que finalmente se acabaron resolviendo.

Al comienzo me daba un poco de miedo quedarme sola porque mi esposo, que es violonchelista, en esa época trabajaba mucho en Alemania, se iba una vez al mes durante diez días, y eso de quedarme sola era un proyecto ambicioso pero también un obstáculo el manejarme. En esa época los argentinos necesitábamos visa y me habían dado visa para un mes así que tuve que casarme rápido aunque pensaba hacerlo de todas formas, ya me había mudado, había traido todas mis cosas ¿para qué seguir prolongando visas si con el casamiento se arreglaba? En esa época había muchos trámites, después de casada tenías que salir del país, cambiar la visa asi que me tuve que ir a visitar a mi hermana a Madrid, estuve allí un mes porque no me la daban…vos sabés.

Al fin me dieron la residencia por un año, cada año tenía que renovarla hasta que me enteré que podía hacerla permanente y después obtener la ciudadanía. El examen de ciudadanía es una de las peores experiencias que he tenido.

El día del exámen la jefa del jurado estaba enojada y por primera vez en muchos años me sentí extranjera, me sentí desprotegida. Fue una sensación muy fea, me sentí como en un examen del colegio, ha sido de verdad la peor experiencia…Cuando salí del examen pensé que no había aprobado, tuve la certeza de que si no lo hacía no me presentaría nunca más.

Pero esto también forma parte de mi integración en este país, tengo dos hijos nacidos aquí”.

Rumania le ha traido numerosas ventajas tanto en el plano profesional como personal. A lo largo de los años ha tenido también experiencias positivas:

Yo creo que la ventaja más grande aparte de estar enamorada de un rumano y seguir estándolo, es el hecho de que Rumania fue un país que empezó a crecer cuando yo me vine. Lo comparo con Argentina que en ese mismo período se iba para abajo, para mí ha sido una ventaja que Rumania haya entrado en la UE, que haya crecido comparado con Argentina que en este momento no me ofrece nada. Lo mejor que me ha pasado y que me ha determinado a quedarme es que he conseguido trabajar mi música, es lo que yo deseaba.

No pensaba que me iba a ir tan bien. Cuando llegué entré directamente a enseñar en una “grădiniţă” de extranjeros (jardín de infancia), llegué en septiembre y comencé a trabajar en enero, me pagaban 10 dólares por hora que en Rumania hace diez años era bastante. Trabajaba en inglés dos días en semana y eso era una superventaja para mí. Me encantaba la pedagogía pero cantar me gustaba aún más. Preparé un proyecto y pensaba cantar en bares, en clubs, me imaginaba “underground” con un proyecto de música latinoamericana, entonces me descubrió un productor de una importante productora y estuvo muy interesado en mi idea aunque el proyecto tuvo que cambiarse para comercializarlo. El disco salió en 2005, en el transcurso de un año mi vida cambió a “full” trabajando, grabando discos, de gira, salir, aparecer en la televisión, escucharme en la radio. Ésto y el estar enamorada de mi esposo determinó que yo me quedase. Es importante lo que uno hace y sentirte bién.

Una de mis mejores experiencias, fue la primera vez que abrí el concierto del Buena Vista Social Club. En el 2004 fui a verlos como espectador a Sala Palatului, en ese momento ya estaba pensando en mi proyecto, recuerdo pensar cuánto deseaba estar ahí y tocar en un escenario así, lo deseaba con todo el alma, y a veces esas cosas suceden, uno desea una cosa tan fuerte que se cumple, un año más tarde estaba abriendo mi concierto en Bucarest.

Mis hijos son mi otra gran experiencia, en verdad que es la mayor de todas, la más grande y la más linda, el parir a mis dos hijos”.

De Rumania aprecia sobre todo la tranquilidad y la seguridad que le ofrece a ella y a su familia.

Me gusta de Rumania el hecho de vivir tranquila, Argentina es un país muy peligroso donde si mandás a tus hijos solos a la escuela estás con miedo hasta que llegan porque hay peligros. Aqui tienes esa tranquilidad de poder mandar a los niños al parque con la babysitter o con mi mamá y que todo está bien, no pasa nada, porque es un país seguro. El hecho de que mi mamá se vaya a casa a las 23 de la noche y sé que si camina diez minutos hasta casa todo está bien. Me gusta la seguridad del país.

No me gusta la gente enojada que se descarga con vos y uno no sabe porqué. Por ejemplo entrar a un negocio y que el vendedor levante la cabeza porque me reconoce la voz y me sonrie, porque soy yo y no porque soy una rumana anónima, me parece feo, me parece triste. Otra cosa que no me gusta es que cuando consumes algo el beneficiado te hace sentir como si te estuviera haciendo un favor”.

Analía sigue compartiéndose con Rumania, trayendo sus raices latinoamericanas a través de su música y mezclándola con sus nuevas raices que se extienden hacia una nueva generación arrulladas por el eco de las voces de las anteriores. Un camino intercultural que no ha hecho más que comenzar y que sólo puede ir hacía delante, hacía una nueva etapa llena de sorpresas.

*Lei: Moneda rumana

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *