Fabián Sánchez: “Yo amo este país, amo lo que vivo aquí, no se por qué la gente se quiere ir”

Entrevistas

Foto: Gabriela Alba

La vitalidad de Fabián te envuelve de alegría. Fabián es salsa, cumbia, bachata y merengue, es puro ritmo, es un tornado de emociones y energía. Pasional y apasionado baila con los ojos mientras sus manos no paran de tamborilear sobre la mesa los ritmos de su día a día en Rumania. Habla con todo el cuerpo y tararea los malabarismos de su vida. Polifacético y hombre de palabra este artista colombiano de 32 años vive con todo su ser cada segundo de su vida y se reparte en pedazos entre los demás compartiendo su fortuna y positivismo con quienes lo necesiten. Ante las dificultades de la vida se pone su nariz de payaso y sale a arrancar sonrisas para recobrar la suya propia.

El 6 de agosto de 1999 a las 18.30 de la tarde en la Plaza Bolivar de Bogotá Fabián decidió ser artista. Antes había trabajado de chófer, de empaquetador, de asistente, en una fábrica de zapatos, en la construcción, de cerrajero y de reponedor.

Ese día un amigo mío me había convencido para tocar el tambor en una comparsa en Bogotá y todo me pareció tan bonito la gente con zancos, haciendo arte, música, me pareció la vida perfecta Y me dije: ¿Por qué no ser artista? Puede ser algo muy lindo. Había escuchado que ser artista es duro y me dije: ¡Qué caray vamos p´alante”.

Dejó su trabajo, se inscribió en la escuela de circo y se dio de bruces con la difícil vida de artista que le llevaba a cantar en autobuses y hacer malabares en los semáforos junto a su ya fallecido amigo Elvis para poder comer. Allí aprendió muchas lecciones valiosas pero sobre todo a conectar con la gente y respetar a su público. Poco a poco empezó a trabajar con diferentes compañías por Colombia, de ahí dio el salto a Venezuela, luego a Ecuador hasta que el destino le trajo hace tres años a Rumania.

“Vine por música, para trabajar con varias bandas aquí con Analía Selis y Biu Marquetti de Cuba. Me empujaron a venir las ganas de descubrir otro mundo, las ganas de ver que pasa más allá porque de hecho pa nosotros los colombianos es muy difícil salir. Yo vengo de una familia bastante modesta con lo que salir de Colombia para mí era algo utópico. Recibí la propuesta estando en Ecuador. El ver nuevos horizontes y sobre todo haciendo arte, música que es lo que me gusta me acabó de dar el empujón.

Llegué en invierno y hacía mucho frío, mientras iba en el coche me preguntaba dónde está la capital europea porque tenía una imagen de lo que nos venden París, Berlín, Madrid y todo es como ¡guau! Al llegar aquí y verlo todo sin edificios vistosos, sin puentes, me pareció extraño. Bucarest me pareció sinceramente un pueblo grande lo cual no me disgustó. Después de la primera impresión ya me pareció extraordinaria. Me encantó la tranquilidad, la paz. La gente me dice que el tráfico es insoportable y les digo tendrían que manejar en Guayaquil o en Bogotá para saber lo que es un tráfico insoportable”.

El clima junto a la comida y algunas costumbres fueron algunos de sus primeros encuentros con las diferencias. El choque cultural le llegaría un poco más tarde.

“Recuerdo una anécdota con la que me di cuenta de las diferencias. Me gusta cantar y canto en todos lados en el baño, en la calle y un día iba cantando por la calle y alguien me para y me dice ¿usted por qué canta en la calle? Y yo le dije: y por qué no señor, a mi me gusta cantar y me respondió: no haga eso porque aquí solo cantan por la calle los gitanos, y yo me quedé como: ¿yyy? todos tienen derecho a expresarse. Por aquel entonces no sabía lo que sucedía acá con los gitanos, al ser nuevo ahora lo puedo entender pero no comparto tanto la discriminación porque la discriminación es bien notable. Me ha pasado, si eres un poco más moreno de piel la cosa cambia, te miran de otra forma. Ellos tendrán sus costumbres pero bueno, todos somos humanos.

Los primeros meses estuve como muy metido con la gente latina, el clan latino, se hablaba en español y en cierto modo no había ningún contacto con el mundo exterior. La onda es que en un determinado momento el trabajo no empezó a ir tan bien y fue cuando me dije ¿Ahora qué hago? Porque yo había venido a buscarme la vida”.

El contacto con la gente le ayudó a terminar de integrarse en la cultura rumana.

Cuando empecé a hablar con los rumanos, a interesarme por el idioma, a aprenderlo a echarme p`alante eso fue lo que me ayudó a conocer la cultura. Los rumanos son cálidos quizá no sea la primera impresión pero ya cuando hablas y cuando interrelacionas la gente es bien abierta. Mucha gente me ayudó, me decían: ¿Qué necesitas?, si te puedo ayudar en algo me lo dices.

Para mi el principal obstáculo fue adaptarme al medio y fue al adaptarme a la cultura cuando superé ese obstáculo. El idioma fue otro obstáculo hasta que lo aprendes, hasta que te haces entender hablando “el rumañol”. Tenía que adaptarme para hacer dinero para poder vivir aquí y para poder pagar unas deudas que tenía en Colombia. Había que hacer plata. Superar ese obstáculo fue todo un proceso realmente porque aparte de estar lejos de tu familia, de tus amigos de haber dejado todo, te afecta psicológicamente y piensas continuamente me vuelvo o no me vuelvo. Si me vuelvo ¿Qué hago? y si me quedo ¿Qué hago? Y eso te carcome el cerebro. Creo que las ganas de salir adelante me ayudaron a superar esta situación, mi alma guerrera p`alante siempre pa`elante”.

Considera que Rumania le ha traído muchas mas ventajas que desventajas.

Amo todo lo que hago y amo mi vida. Aquí hago muchas cosas, música, teatro, circo, clases, baile, parte social. Y para mi es un punto a favor el hecho de ser colombiano, ser latino. El ser artista, me ha traído oportunidades como aparecer en televisión o visitar otros países, me ha permitido crear una asociación, dedicarme al trabajo humanitario cosa que aprendí de mi mamá, a ayudar a la gente porque no estamos solos, siempre hay alguien que necesita ayuda.

Yo amo este país, amo lo que vivo aquí, no se por qué la gente se quiere ir. El 80% de las personas que conozco cuando me presento me preguntan ¿Y usted que hace aquí? y yo les respondo “asta e”, el destino, la música y todos me dicen: “Este país es una mierda” y yo contrarresto preguntándoles: ¿Y tú que haces para que no sea así? Y se quedan sin respuesta. Me pasa con la asociación, me preguntan por qué hago cosas humanitarias aquí y les digo:¿Y por qué no? Aquí vivo, aquí estoy si no lo vas a hacer tú déjame que haga yo. Yo lo hago porque me gusta. No pretendo cambiar el país sino hacer lo que pueda para ayudar a la gente que lo necesita. Simplemente me pongo una nariz de payaso y hago a los niños del hospital pasar un buen rato”.

Durante estos años Fabián ha pasado por diferentes experiencias, unas mejores y otras peores pero de todas ha aprendido algo.

A la gente le gusta cuando uno trabaja bien, es serio, tiene palabra cosa que aquí a veces es difícil de encontrar, a mi me han dado muchas lecciones relacionadas con incumplir la palabra voy, no voy, te pago  no te pago.

 Quizá una de las peores experiencias aquí que recuerdo fue que llegó un momento en el que no tenía trabajo y no tenía para comer, vivía con dos lei al día lo justo para un pan y un café y así pasaba el día, así que me vi obligado a hacer semáforos y es lo más duro que me ha tocado hacer aquí porque fue volver al inicio, dar un paso atrás, además en otro país. Pero también recuerdo momentos muy buenos, mi mejor experiencia fue cuando entré a trabajar en la televisión y me dijeron que subía la audiencia cuando aparecía yo, eso me llenó más sabiendo por lo que había pasado antes”.

Lo que más le gusta de Rumania son sus paisajes y la tranquilidad de poder pasearse despreocupado a la hora que desee.

Hay paisajes preciosos no he andado mucho pero donde he andado he visto una cantidad de cosas bonitas, de paisajes de esos de postal con sus pinos sus cimas nevadas que uno veía en Colombia y pensaba que nunca iba a llegar allá y cuando lo ves en directo te quedas ¡guau!. Otra cosa que me encanta es la tranquilidad, poder salir por la calle en la noche sin preocuparte sin pensar ¡Ay Dios mío! ¿Por dónde me meto? Esta calle está muy oscura. Colombia es bastante peligroso, más en mi barrio, yo vengo de una zona bastante vulnerable en Bogotá y la cosa allá está caliente, es un barrio peligroso y se lo que es no poder moverte en ciertas zonas a partir de ciertas horas. A mí se me ha quitado ya el tic de Colombia de ir mirando p`atrás cada segundo, estar tenso todo el rato y aquí todo está bien caminas despreocupado”.

Comparado con Colombia, Rumania es para Fabián una buena oportunidad a la que está sacando el máximo provecho porque como el mismo afirma hay que darle, gozarla y pasarlo bueno porque la vida es imprevisible, es un juego, tu tienes las fichas y tienes que ser lo suficientemente inteligente para saber moverlas y cogerlas como vienen.

 

 

 

 

2 thoughts on “Fabián Sánchez: “Yo amo este país, amo lo que vivo aquí, no se por qué la gente se quiere ir”

  1. Muy buen artículo! Tiene historia, mensaje y mucha fibra. Adelante con su trabajo de interrelación cultural.

    1. Gracias Humberto por tus buenos deseos.Nos alegra saber que te ha gustado la entrevista.

Leave a Reply to Humberto Aguilar Cancel reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *