Carlos Basté:”El rumano ha de aprender a valorarse y a valorar su propia cultura”

Entrevistas

Foto: María Pla

El libro de historia rumana que yace sobre la mesa me mira directamente a los ojos, mientras, saludo a Carlos barcelonés e ingeniero químico en una empresa española. En un guiño cómplice sus páginas señaladas me susurran que serán también protagonistas de nuestro encuentro. Permanece atento a nuestra charla y se deja acariciar por nuestras continuas referencias a su contenido. El aroma de café recién hecho se entremezcla con los recuerdos de juventud que regresan a la memoria de Carlos, su primera aventura de mochilero por Rumania se funde ya con la historia del país que reposa en las páginas del libro.

De carácter apacible y espíritu aventurero Carlos tiene dos grandes pasiones: la historia y su familia. Habla pausadamente eligiendo cuidadosamente cada palabra, mientras sus ojos se iluminan al recordar sus aventuras por Rumania. Al levantar la vista y fijarse en las cornisas o en los detalles de una fachada  comienza a detallarla de tal manera que casi puedes verla, tocarla y sentir el paso de los siglos a través de su voz.

Narra en plural incluyendo siempre a su compañera y esposa María. Como si los capítulos de su vida hubieran sido escritos para dos. Su amor por Rumania está ligado a su amor por María y a ese proyecto de vida común que se inició con un recorrido por el país, cuando ambos eran estudiantes, y terminó  hace cuatro años con su mudanza a Bucarest. Llegaron buscando mejores oportunidades para criar a sus hijos, tres nacidos en España y uno nacido en el nuevo país. Carlos afirma que son ya más rumanos que españoles.

“Inesperadamente vinieron los trillizos. Habíamos estado intentando marcharnos de Barcelona por muchos motivos, primero porque es muy cara y segundo porque queríamos un cambio. Pero, casualidades de la vida, durante una conversación informal alguien nos preguntó: ¿Y dónde os iríais? María respondió que a EE.UU o a Rumania, que eran los dos sitios donde nos habíamos planteado irnos. Esta persona nos dijo que tenía una oficina en Rumania. Así surgió, era el año 2008 y vino todo rodado. Los niños habían nacido en el 2007 y teníamos muchos gastos, nos teníamos que plantear que tipo de colegio queríamos para ellos…Cuando surgió esta oportunidad pensamos que nos iba a solucionar muchas cosas. Era un país que conocíamos, que nos gustaba y eso fue determinante también para que nos enviaran a trabajar aquí. En 2008 nadie quería venir.

Llevo cuatro años trabajando en el país pero llevo viniendo desde 1999. De hecho la primera vez que intenté venir a Rumania fue en el año 91, cuando acabé el instituto. Quise venir con el InterRail con unos amigos pero tuvimos algunos problemas con los visados a causa de un malentendido del que fuimos responsables, al final no vinimos pero se me quedó algo ahí. En el 99 decidimos venir María, por entonces mi novia, y yo. No vinimos atraídos por Drácula sino buscando un sitio menos turístico y barato. Fuimos al recorrido de  turismo típico, Transilvania, Bran, Braşov, Sighişoara y Sibiu. El primer año vinimos en avión, nos perdieron el equipaje y llegamos un día entre semana por la noche a Bucarest, cometimos la imprudencia de meter los datos del hotel en la maleta, con lo que no sabíamos a qué hotel íbamos, tuvimos que buscar otro. Fue una llegada bastante divertida.

La ciudad no era ni bonita ni fea, al principio me pareció lo menos interesante del viaje. Con la pérdida del equipaje nos obligaron a estar un día y vimos Casa Poporului por el centro. En general, Bucarest era un lugar bastante inhóspito, lleno de perros y bastante tremendo, así que si sumas la falta de interés inicial a este escenario bastante sórdido, Bucarest no nos atraía mucho. No teníamos pensado quedarnos mucho tiempo, no habíamos leído nada sobre Bucarest por lo que tampoco nos fijábamos en lo que había en la ciudad. Después con los años y a base de venir constantemente y de repetir rutas y viajes empezamos a documentarnos y todo cambió, de hecho es ahora una ciudad que nos encanta, todo lo contrario de lo que vimos al principio.

Los viajes en aquel tiempo los preparábamos a través de libros de viajeros, de viajes, de historia, de literatura. Nuestro libro de cabecera era los Fantasmas Balcánicos de Robert D. Kaplan y a raíz de este libro decidimos hacer una ruta por los Balcanes. Desde 1999 hasta el 2002 veníamos continuamente a Rumania porque sólo te daba tiempo a ver algunos trozos del país ni siquiera una región entera y veías que era muchísimo más que Transilvania. Es como ir a España, ver Barcelona y pretender que has visto España.

Al principio veníamos más a Bucarest y Transilvana y luego fuimos ampliando a Banat, Alba Iulia, Maramureş, Moldavia, Bucovina y luego la República de Moldavia. Después nos desplazamos a otros países como Serbia, Bulgaria, Croacia, Ucrania, ahora lo hacíamos ya en coche, nos tomábamos el mes de vacaciones en verano y veníamos a la aventura sin reservas de hotel. Lo mejor era viajar sin programa, seguir el mapa según nos apeteciera.”

Si inicialmente estos viajes tenían para ambos un objetivo turístico con el tiempo se fueron convirtiendo en unos de interés histórico.

“Me gusta la historia, conocer esa frontera entre el Imperio Turco y el de los Augsburgo, considero que aún existe y que está marcada por los Cárpatos. Es una frontera clarísima entre los rumanos valacos y los rumanos transilvanos. Los Moldavos son distintos del resto y eso me parecía atractivo. Fue una grata sorpresa descubrir lo abiertos que eran los rumanos, bueno, no en Bucarest que ni lo eran ni lo son, pero en el resto sí. Rumania son dos países, Bucarest y el resto. Lo era entonces y lo sigue siendo ahora.

Lo que más nos atrajo fue esa hospitalidad desbordante. Recuerdo que cerca de Hunedoara nos alojamos en una casa rural y después de dos o tres días allí no quisieron cobrarnos “sois nuestros amigos” nos decían. Seguimos manteniendo la relación, incluso su hijo vino a Barcelona y pasó unos días con nosotros. En ese momento no hablábamos rumano, bueno algo sabíamos. María tenía una cinta de Easy Romanian que ponía en el coche e iba repitiendo frases y luego en los restaurantes ella hablaba en rumano y yo me quedaba boquiabierto.

En Bucovina, con amigos que hicimos por allí, pasamos noches enteras en la terraza, en el jardín de la casa hablando pero sin un idioma común y te podías tirar horas allí. El “ţuica” ayudaba y mezclábamos francés, con inglés con rumano y castellano y al final nos entendíamos y eso era muy atractivo. Aunque en esa época cuando decías que te ibas a Rumania la gente te miraba pensando ¡A qué sitio más extraño vas! y en los últimos años que ha habido más contacto entre España y Rumania es: ¡Dios mío vas a un sitio peligrosísimo!, ¡Es un sitio horrible! Es impresionante la ignorancia que existe en España sobre Rumania. Y luego muchos amigos que han venido a vernos se llevan una magnífica impresión aunque sólo hayan visitado Bucarest que es la parte más “hardcore” de Rumania. A Bucarest hay que saber mirarlo y tienes que saber explicarlo”.

La adaptación fue relativamente sencilla dado que conocían el país y tenían amigos rumanos. Pese a ello se enfrentaron con pequeños obstáculos que han ido poco a poco superando.

“La primera cosa con la que chocamos fue la burocracia y adquirimos la sensación de que nunca se resuelve nada a la primera. Al final acabas teniéndolo tan asumido que ya no te supone un estrés adicional. Por suerte al principio tampoco me supuso dificultad, me lo esperaba. Teníamos muchos amigos rumanos y sabíamos a lo que veníamos; nuestra actitud fue de mira, esto es lo que hay y no voy a luchar contra molinos de viento, así que vamos a intentar adaptarnos en la medida de lo posible con calma y ya lo resolveremos.

Algunos de los obstáculos han estado más relacionados con los niños, como por ejemplo la baja de maternidad de dos años, que al llegar no encuentras escuela donde meter a los niños…  Nos costó también encontrar a alguien que nos ayudara en casa.

Tuvimos mucho interés por aprender el rumano desde el principio. Oficialmente por el trabajo y personalmente por acceder a la historia y la literatura rumanas porque en España no encontraba nada publicado y a veces casi ni en inglés.

El venirnos a vivir a Rumania lo planteamos como casi todos nuestros viajes a través de los libros, del cine y de la cultura. Incluso ahora los viajes con los niños los planteamos de la misma manera. Intentamos hacer viajes temáticos, este año fuimos con ellos a Dinamarca y el tema eran los vikingos pero hemos estado antes de irnos hablando, viendo películas y leyendo sobre los vikingos. Así fue como nos preparamos para venir aquí, a través de lecturas, eso nos ha facilitado mucho las cosas.

Ha sido un viaje compartido con María, es un proyecto común y para mí es algo inseparable y no sólo porque María sea mi mujer sino porque ha pasado a formar parte de nuestra vida y de nuestro futuro. Es una manera común de entenderlo y de compartirlo aunque eso no quiere decir que no tengamos nuestros momentos, nuestros malos momentos, no todo es ideal, tienes días en los que estás harto pero al final piensas ¿Y estos problemas no los tendría también en otro sitio? Seguramente sí, o tendría otros.

Mi blog nos ha servido como herramienta de integración por muchos motivos. El blog nació como una herramienta de información para los abuelos, no pretendía ser un blog de cultura, o de historia o quizá sí pero no en el formato actual. Mi idea era poner fotos, explicar que pasa con los nietos, pero luego poco a poco eso se fue complementando con otras cosas. El blog me ha servido para investigar, para profundizar, buscar nuevas historias que me interesan y luego plasmarlas, explicarlas, al final se ha acabado convirtiendo en una herramienta para que la gente que me lee en España, entienda que las cosas no son como creen. Le doy mucho valor a esa parte del blog.

A veces sigues sin entender algunas cosas o maneras de hacer. Desde mi profesión hablo de ciertas actitudes poco profesionales constantes, lo que me agota es que sean constantes, algunas veces la falta de lealtad con los socios, un constante discutir por el dinero, otras veces por nimiedades y piensas:¿Hemos de agotarnos en esto, en esta discusión? A veces incluso quieres abandonarla y dices,¡ Acabemos con esto!. Es un cierto bizantinismo, es la parte que más me agota. El amor a la discusión porque sí es algo cansino. Aquí es eso, pero en otras partes son otras cosas”.

Lo que menos le gusta de Rumania es el carácter “miorítico” de falta de esperanza, esa falta de confianza en sus propias posibilidades.

“Rumania tiene muchísimas posibilidades pero hay una  actitud general de “todo es un desastre”. Nuestra clase política es un desastre, es cierto, es una clase política corrupta, preocupada exclusivamente por sus bolsillos, su concienciación por lo público y por la red pública es nula. Es dramático pero afecta a todos los partidos políticos.

La actitud que ellos mismos califican de miorítica no me gusta porque los lleva a una inactividad completa y constante, al final siempre me viene decirles:¡ pero quéjate!. Creo que esa es la senda, ir y quejarse, para mí la queja no es necesariamente salir a la calle y manifestarse. La senda es cuando vas a un bar y el camarero te sirve fatal le dices que no le vas a dar propina porque no se la merece, quejarte es cuando vas al médico y te pide şpagă (soborno) no dárselo y no sólo eso sino que me vas a dar tu nombre y te voy a poner una denuncia. Esa es la queja, se trata de lo que yo llamo una cierta virtud cívica individual. No se trata de que montes una revolución y cambies el mundo pero, empieza por la  actitud individual. Esa resignación hacia lo que es claramente injusto es lo que menos me gusta pero aún así confío en que cambiará. Rumania ha cambiado mucho. Se ven iniciativas, individuos, cierto movimiento cívico y espero que eso poco a poco vaya fructificando y creciendo porque al final eso es lo que ha de mover y empujar a una clase política corrupta e inactiva.”

Pese a todo Rumania les ha traído numerosas ventajas principalmente han ganado en tranquilidad económica y la ciudad en sí les ofrece otras muchas posibilidades para disfrutar con sus hijos.

“Nos gusta mucho ir con los niños a museos, a ver cosas, hay mucha oferta y me sorprende la temporada de teatro para niños, la ópera para niños.Y muchas ofertas asequibles. Hay muchos parques pero aún así me falta una calle peatonal con librerías, tiendas… donde ir un domingo a dar una vuelta”.

Espera que a Rumania le pase como a España en los años cincuenta y sesenta, los que se fueron y regresaron marcaron la pauta, la visión de lo que debía ser España. Confía en que a Rumania le pase igual. Aunque sus amigos rumanos de España no quieren volver, están muy integrados y le dicen: ¿Qué me ofrece Rumania?

A Carlos y María, Rumania les ha ofrecido la posibilidad de compartir con sus hijos un país soñado y querido que ahora se ha convertido en el suyo propio, abriendo así un nuevo capítulo y una nueva aventura de un libro que está aún por escribirse.

 

* Miorítico: Relativo a Mioriţa, poesía popular rumana que hace referencia al fatalismo como característica de los rumanos.

 

 

 

4 thoughts on “Carlos Basté:”El rumano ha de aprender a valorarse y a valorar su propia cultura”

  1. En todos estos años, para mí Carlos Basté ha sido mi gran descubrimiento en Rumanía. Un ser humano maravilloso. Un ingeniero humanista. Un amigo.

  2. Decir de Carlos lo maravilloso que es sería no hacerle justicia. Sin duda, un ejemplo y conocerlo, un regalo.

  3. Algo parecido a Carlos Baste me sucedió a mí.
    Soy de Zaragoza, me quedé viudo hace unos años, y conocí a Mary una Sra. Rumana Viuda de Transilvania Sibiu. Nos casamos y todos los años estamos viniendo a Rumania, de lo cual estoy encantado, de sus gentes hoy muchos son mis amigos, lo que no me encaja es el soborno, al que te obligan si quieres algo de atención sanitaria, ahora lo estamos sufriendo, por la enfermedad de mi suegra que te ves obligado a dar dinero bajo mano ,por que si no lo das no te atienden,encima de lo mucho que dejan de desear los hospitales en este país,pues son sucios y mal presentados que parecen cárceles de hace 200 años

  4. Preciosa información, estoy escribiendo sobre Rumania, concretamente de la capital. Necesitaba algo negativo para mi novela, y este Carlos me ha dado una idea. Muchas gracias, pero lo mejor de Rumania esta por descubrirse y lo hará, un español. La historia es la más bonita de las ciencias, es algo más que ciencia. Un abrazo grande.

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